Antes de empezar a escribir este post estuve haciendo un gran esfuerzo para recordar una frase de Marco Aurelio, emperador romano, que leí tiempo atrás. La frase era la siguiente:
«Se buscan retiros en el campo, en la costa y en el monte. Tú también sueles anhelar
tales retiros. Pero todo eso es de lo más vulgar, porque puedes, en el momento que te
apetezca, retirarte en ti mismo. En ninguna parte un hombre se retira con mayor
tranquilidad y más calma que en su propia alma; sobre todo aquel que posee en su interior
tales bienes, que si se inclina hacia ellos, de inmediato consigue una tranquilidad total«.
Meditaciones, Marco Aurelio.
Obtener ese lugar dentro de uno mismo es un ejercicio mental, que también tiene efectos físicos. Cuando creas un lugar de paz y conformidad interior podes vivir en situaciones más adversas, más lejos y con menos cosas.
Se vuelve fácil ser feliz independientemente de tu entorno.
En la actualidad, nos movemos cada vez más de un lado al otro. Queremos ser más ágiles para movernos en un mundo globalizado. Acumular cosas y depender de lugares muchas veces implica una disminución en nuestra capacidad de alcanzar esa agilidad.
En un post anterior, Matías habló acerca de cómo tener menos nos puede hacer más felices. Nosotros en Superhábitos escribimos sobre problemas con que nos hemos enfrentado y herramientas que nos han parecido útiles. Este post da una perspectiva a partir de una vivencia personal de cómo vivir mejor con menos y algunos otros beneficios.
Hace tres semanas me mudé por tercera vez en cuatro años de “casa” en Buenos aires. Uso las comillas porque he tenido que vivir hasta de a 4 personas en una misma habitación, algunas que conocía muy poco incluso. Además he pasado 8 meses en Buenos Aires y 4 en Salta (mi provincia, a 1700 km de distancia) durante estos años. Este constante movimiento implica tomar conciencia de todas tus pertenencias (cargar con ellas literalmente). Te obliga a no apegar tu corazón a ciertas cosas como “tu cama” o “tu calle”, porque en cualquier momento pueden dejar de estar presentes. También mucha gente apareció y se alejó de mi vida en ese tiempo. A muchas de ellas, seguramente, no las volveré a ver.
Con tanto movimiento me di cuenta que el tener “ese lugar” en mi interior es importante y que tener apego a muchos objetos es muy costoso.
Costoso psicológicamente, en las despedidas y al tener que tirar cosas de siempre.
Costoso físicamente, al tener que cargar de un lado a otro muchas pertenencias.
Costoso económicamente, por gastar en tener un lugar más grande, el transporte y el tiempo para ordenar.
Vi que todo esto repercutía mucho también en mi felicidad general. Por suerte, varias de estas ideas ya rondaban en mi cabeza desde algún tiempo atrás y empecé tempranamente a buscar formas de enfrentar estas cuestiones. Desde luego implican un trabajo constante pero los resultados son muy gratificantes.
Algunas cosas que puntualmente empecé a hacer fueron las siguientes:
1# Reducción de los objetos personales: Este verano pase tiempo leyendo, pensando y planificando para reducir mi cantidad de ropa. Hice un inventario de todas mis prendas personales (incluyendo calzado), sin contar ropa interior, y conté 82 prendas. Me propuse bajar a 45 prendas. La idea claramente no es vestirse mal, era cuestión de conseguir la misma funcionalidad con menos cantidad de ropa. Felizmente este verano volví con 49 prendas, no alcance el objetivo pero fue un gran avance. Confío, además, que todavía puedo mejorar más.
2# Aumentar la versatilidad de los hábitos: Cómo todo buen miembro de Superhábitos tengo mis hábitos diarios que hacen la diferencia. Sin embargo, el cambio de lugar me hizo tener que adaptarlos. Por ejemplo si iba a un gimnasio en particular o mi rutina estaba diseñada para la disposición particular de un lugar, al mudarme tenía que armar todo de nuevo. Lo que hice entonces fue ponerme como objetivo que mi rutina fija se pudiera hacer en cualquier superficie sólida, con un espacio de 2×2 metros y sin necesidad de nada aparte de mi cuerpo. Hace dos años que dejé el gimnasio para entrenar en casa y estoy bastante contento con los resultados.
3# Creando tu refugio interior: Este es el más difícil, ¡y en el que más tengo que trabajar! Mi forma de atacar este flanco es mediante la meditación, la gratitud y el aumento de la autoconciencia. Lo que hago es todas las mañanas meditar, hacer unos ejercicios de gratitud y otros de visualización, 20 minutos entre los tres. A la noche escribo un diario sobre temas del día, algunos puntos que hayan llamado mi atención.
Estas son algunas de las estrategias y desafíos que después de un tiempo hacen que mires para atrás y pienses: “¡Que suerte que lo hice!”. Por supuesto es un desarrollo constante, y todavía hay mucho para mejorar. En otro post les contaré como sigue todo, y mientras tanto cuéntennos en estos comentarios o en nuestra página de facebook.
¿Qué hábitos tienen para crear un espacio interior? ¿Cuál de los que les conté aquí les serviría más desarrollar?