¡Advertencia al Súperlector! Este post es más largo de lo que acostumbramos en Superhábitos. Le pido que confíe en mí y lo lea tranquilo hasta el final, ya que en él he volcado algunas de las lecciones más importantes que, a los golpes, me ha enseñado la vida con la esperanza de que puedan ser de alguna utilidad. ¡Gracias!
«Algún día, en los años venideros, usted luchará con la gran tentación o temblará bajo el peso de la mayor tristeza de su vida.
Pero la lucha real está aquí, ahora… Ahora se está decidiendo si, en el día de su suprema tristeza o tentación, usted fracasará miserablemente o vencerá con gloria.
Sólo es posible formar el carácter por medio de un proceso continuo y permanente.»
Philips Brooks
¿Qué imagen viste, qué sonidos escuchaste, qué emoción sentiste cuando leíste la cita de arriba? ¿Podés imaginarte, aunque sea un segundo, cómo va a ser el reto más grande que te va a tocar enfrentar?
Hace un par de días volví a leer esa reflexión. Me golpeó por lo obvio, pero me golpeó igualmente por lo profundo.
Lo que estoy haciendo hoy está decidiendo cómo va a resultar el momento más importante de mi vida.
De alguna forma, el pensar eso nos hace dar cuenta de que todos los momentos son importantes, y que cada momento hace una diferencia.
Al mismo tiempo, nos conecta con la idea de qué es lo realmente importante. Cuando imaginé el momento más duro que me va a tocar enfrentar no era el no tener trabajo. No era, tampoco, el no tener algo o que a alguna persona indeterminada no le gustara la forma en que hago las cosas.
El momento más importante de tu vida. A mí, me remite a mi familia. Me remite a los hijos que áún no tengo, pero por los que ya me preocupo. Especialmente, me remite a mirar a alguien a los ojos.
Me pregunto si, en ese momento crucial, cuando un ser amado me necesite, voy a poder responder a la altura. ¿Voy a tener la fortaleza de carácter, la tranquilidad de espíritu para tomar las mejores decisiones? ¿Voy a tener la fuerza física y salud para llevar adelante lo que sea necesario? ¿Voy a haber generado la confianza necesaria para que me busquen? ¿Voy a saber entender por qué me buscan? ¿Voy a tener claro qué es lo importante, para dejar todo lo que no sea de lado?
Son preguntas difíciles, apremiantes y profundas. Son preguntas que, llegado el momento, es muy tarde para hacerlas. En ese momento vamos a estar listos o no. El momento de preguntarnos estas cosas es ahora. El momento de vencer nuestros retos más grandes es hoy.
Hoy podés empezar a ganar la batalla más importante de tu vida. Así, ese día:
- Tu mente va a estar tranquila, serena, preparada para hacer una diferencia.
- Tu caracter va a ser la piedra en la que te apoyes para construir.
- Tu cuerpo va a estar sano, fuerte.
- Tus objetivos y principios van a estar claros, y vas a ver con una nitidez absoluta qué es lo importante.
- La confianza entre vos y tus seres queridos te van a permitir ayudarlos, y te van a dar el espacio para pedir ayuda.
Vas a salir adelante. Sólo tenés que hacer la diferencia hoy.
*Comenzar con el fin en mente. Ver, sobre todo en momentos de oscuridad, esa luz que nos guía y tener el equipo preparado para enfrentar esa oscuridad y perseguir la luz.
Estas palabras no son para mí una simple reflexión teórica, una hipótesis. Son una realidad. No porque ya haya pasado el momento más duro de mi vida, sino porque en el reto más grande que me ha tocado enfrentar hasta ahora todo esto fue verdad.
Sí, es una historia personal. Sí, es difícil compartirla. Pero creo que realmente puede ayudar a muchas personas, así que siento el deber de contarla.
Hace 5 meses, más o menos, estaba viajando en auto con mi familia. Era un viaje normal de visitas familiares de un par de días, en las vacaciones de invierno. Al salir, estaba muy preocupado por cómo iba a hacer para estudiar estando de visita en la casa de mi abuela. No quería atrasarme con la facultad. Me preocupaba mi trabajo y no perder el ritmo ahí tampoco. En el viaje, iba pensando en cómo iba a solucionar todo esto. Y ahí pasó…
…de repente estaba dando vueltas en un auto que daba tumbos, que se deformaba y en el que los vidrios explotaban. Estabamos teniendo un accidente. Ya no me preocupaba el trabajo. La universidad era una nimiedad. Sólo pensaba en mi familia, que estaba en ese auto conmigo, y en Lu, que estaba a mil kilometros de distancia, sin saber qué estaba pasando. Me dí cuenta, que ese era el momento más duro que me había tocado enfrentar en la vida hasta el momento y, como dicen, no hubo forma de preverlo o de prepararse. De un segundo al otro había comenzado.
Después, el silencio: el auto estaba parado, destruido, al costado de la ruta, y nosotros adentro. Todavía no había abierto los ojos.
Ahora, antes de contarles cómo terminó, permitanme volver dos años y medio atrás: Noviembre de 2010. Desde que empezamos por este camino de trabajo, que ahora se plasma en Superhábitos, nos preocupamos volvernos personas independientes que supieran tener conexiones interdependientes con otros. Trabajamos cosas a nivel personal (algunas que ya les hemos contado ), y luego nos propusimos trabajar otras como pareja. En aquel momento nos habíamos dado cuenta de que si algún día queríamos vivir juntos, teníamos mucho que aprender y desarrollar. Así nació nuestra primer «Lista para la Independencia».
Básicamente se trata de una lista en la que escribimos todas las cosas que teníamos que desarrollar, aprender o conseguir para poder vivir juntos y, después, estar a cargo de una familia. Empezamos anotar en una libreta. La lista era larga, de varias carillas, probablemente porque nunca habíamos pasado tiempo desarrollando este tipo de habilidades.
Había cosas sencillas, como saber lo básico de instalaciones hogareñas o cocinar, y había otras un poco complejas, como poder generar ingresos propios, manejar nuestros presupuestos y tener herramientas financieras propias. Las más difíciles eran, sin duda, desarrollar buenos hábitos para ser personas tranquilas, aprender a hacer cosas sin tener que pagar por ellas, y estar saludables. Trabajamos todo el tiempo de acuerdo a esta lista, y la vamos renovando constantemente.
Estaba incluído, también, el aprender sobre primeros auxilios, supervivencia y situaciones de emergencia.Por eso hicimos, en la primer mitad de este año, el Curso de Iniciación al Montañismo del Club Amigos de la Montaña en Salta. No sólo estuvimos en lugares increíbles, subimos montañas que nunca pensamos poder y conocimos a uno de los grupos de personas más divertidos y apasionantes que existen, sino que a en el camino tuvimos que mejorar nuestros entrenamientos físicos, comer mejor, estudiar primeros auxilios y pautas de orientación y conseguir equipo adecuado. En caso de que no lo sepan, la ropa de montaña es la más cómoda y práctica que existe ;).
Tan encantado quedé con el curso que, cuando organizamos las vacaciones de invierno, cargué mi mochila de montaña con el equipo de emergencia, y decidí viajar con las botas, pantalón y campera que usé durante el curso. Fue mi pantalón de montaña lo primero que ví cuando abrí los ojos después del accidente.
En el accidente algunos habían quedado lastimados, en estado de shock y medio perdidos. Donde sucedió no había señal de ningún tipo y estabamos a 150 km de la ciudad más cercana. Pasaron 36 horas desde ese momento hasta que volvimos a casa. En esas horas:
- Usé mis botas de montaña para salir de entre los matorrales.
- El equipo de emergencia que llevaba permitió pasar la noche en el auto.
- Los conocimientos de emergencias y primeros auxilios me permitieron ser útil y tomar buenas decisiones.
- El haber abierto una cuenta bancaria me permitió ayudar a pesar de estar solo de a momentos, porque tenía recursos con los cuales manejar la situación.
- El entrenamiento me permitió no sólo resistir bastante bien el impacto del accidente, sino también mantenerme activo mientras fue necesario.
Y, lo más importante: tenía la tranquilidad y herramientas mentales para operar y cooperar con los demás. Recuerdo que, en medio del caos, hablé con mi hermana y le dije «Tenemos que tener nuestro fin en mente, y decidir desde allí».
No toda la solución fue, por supuesto, gracias a mí. Todos los que estabamos ahí, y muchas personas maravillosas, nos ayudaron. Simplemente pude hacer mi parte y aportar más de lo que hubiera esperado si me preguntaban unas horas antes.
Al final, estamos bien. Pude volver y abrazar a Lu. Y volví con un sentido profundo de gratitud y misión. En parte, por eso estoy escribiendo acá en Superhábitos.
Jamás pensé que iba a tener un accidente así. Me parecía de película.
Pero sí sabía, cuando hicimos nuestra «Lista de Independencia», que necesitaba cultivar mi mente, espíritu, corazón y cuerpo si quería ser independiente y poder estar para los demás. Por eso aprendí qué era «Empezar con el fin en mente». Por eso fuimos al Club Amigos de la Montaña.
Pequeñas cosas que hice mucho antes fueron las que me permitieron sobreponerme al momento más difícil hasta ahora. Y estoy seguro que, en que haga pequeñas cosas hoy reposa la forma en que mi reto más grande futuro se va a solucionar.
Con pequeños actos, día a día, se construyen hábitos.
Esos hábitos se mantienen con uno.
Y a través de esos hábitos nos sobreponemos a nuestros retos y los trascendemos.
Cada día cuando trabajamos en Superhábitos pensamos en que queremos que quienes son parte de nuestra comunidad se lleven algo. Queremos que, en sus momentos más duros, puedan ser su mejor versión.
Se puede, y juntos podemos mucho más.
¿Qué vas a hacer hoy para preparte para tu reto más grande?