¿Empleado o empresario? Mis conclusiones post-casamiento

¿Empleado o empresario? ¿Trabajar o emprender? ¿Hacer carrera y trabajar duro para el jefe? ¿O arriesgarse a encontrar clientes y navegar un negocio?

La respuesta a todas estas preguntas me apareció clara hace unos días. Fue en circunstancias inesperadas: el día de mi casamiento.

Mientras Lu, mi novia, entraba en la Iglesia, tuve una claridad absoluta: aprender a emprender es la mejor inversión que una persona puede hacer. Así de simple.

Entendí, más claro que nunca, por qué es mejor emprender que trabajar.

Hoy me gustaría compartir con ustedes un poco de esa historia, y las cinco razones por las que estoy convencido de que es posible y recomendable pasar de empleado a emprendedor.

Vamos allí.

Para decidir si ser empleado o empresario, debo prestar atención a las mejores cosas de mi vida

El casamiento empezó a las 20:45. Estaba acomodando el traje cuando empezaron a sonar los oboes y el órgano. Cuando me dí vuelta, se me llenaron los ojos de lágrimas.

Lu se acercaba caminando y sonriendo. Estábamos rodeados de las personas que más queremos en el mundo, y seguimos festejando con ellos hasta el otro día a las 07 de la mañana.

Y no es que ahí se acabaron las cosas buenas. Pero antes de ver qué vino después, frenemos un momento.

No estaría viviendo estos momentos si no hubiera dado el salto emprendedor hace un par de años. Tampoco podría estarlo compartiendo con todos ustedes.

Y no me refiero sólo a la parte económica, que es en donde tendemos a poner el foco.

Cuando hablamos de emprendedor vs. empleado tendemos a fijarnos sólo en lo económico, ¿no? Pensamos seguridad vs. incertidumbre. Ingresos fijos vs. ingresos variables, pero más altos.

Pero hoy quiero que vayamos un poco más allá. Que veamos el impacto que tiene en ti como persona. Si realizas tu potencial plenamente o no. Si creces y aprovechas tus talentos.

Emprender no se trata sólo de generar los ingresos que deseas (aunque esa es una parte importante). La decisión entre empleado o empresario se trata de generar la vida que deseas.

Este post también se trata de esto. Quiero que veas las verdaderas consecuencias que están en juego.

 

Cómo se relaciona la decisión empresario vs. empleado con lo importante en tu vida

Hay cuatro diferencias fundamentales entre emprender y trabajar que debes tener en cuenta para decidir. También son cuatro puntos que debes recordar si en algún momento de tu camino de empleado a empresario las cosas se ponen difíciles.

Trabajar fomenta la necesidad de aprobación (y no tu seguridad personal).

Veamos una de las formas más comunes para hablar del empleo: “trabajar para otro”.

Trabajar para otro implica que las decisiones sobre qué se debe hacer (y hasta cómo) dependen de otra persona. Queremos que a nuestro jefe le guste lo que hacemos porque de eso depende mantener nuestro puesto, la posibilidad de un ascenso o un aumento.

Por eso, después de un tiempo, se pierde la sensación inicial de novedad y aventura en los trabajos. Entramos bajo la promesa de poder desplegar nuestros talentos, pero terminamos enfrentando la realidad de que nuestros talentos e iniciativas sólo pueden desplegarse en la medida en que le resulta cómodo o agradable al jefe.

Y ahí es donde las cosas se ponen feas.

Porque ya no evaluamos qué habilidades desarrollar en base a qué aporta más valor en general, sino que empezamos a limitarnos por lo que tiene aprobación de nuestro jefe. No nos lanzamos a hacer, sino que esperamos a recibir el OK o el visto bueno.

Nos estancamos.

Muchas de las personas que llegan al INMT o al Programa de Mentoreo incluso temen realizar actividades en su tiempo libre para no tener problemas con su jefe o  su empresa.

Emprender, en cambio, te obliga a desarrollarte en sentido contrario. Si esperas una señal de aprobación, nunca avanzarás. De hecho, en los primeros tramos del camino muchas personas dudarán de ti, de tu capacidad o de tus ideas.

Para iniciar un negocio debes enfrentarte a esas inseguridades. Debes desarrollar y aprender a confiar en tu intuición. Necesitas superar el temor al qué dirán y llevar esas energías a cómo lo harás.

Dejas de elegir qué habilidades o actividades desarrollar en base a los demás, y empiezas a decidir por ti mismo.

¿Puede ser que te equivoques?

Sí. Seguro que te equivocarás. Pero no es grave. Perder el temor absoluto a equivocarse es necesario para hacer cosas que valgan la pena. El riesgo es una parte necesaria de las actividades, y en lugar de evitarlo debemos asumirlo y gestionarlo.

Trabajando para otros puedes quedarte estancado, esperando aprobación; viendo cómo tu iniciativa se apaga y se oxida porque no te dan un lugar.

Emprendiendo aprendes a hacer, asumir riesgos y aprender cuando las cosas no salen perfectas. Aprendes a no pedir permiso más que a ti mismo, y eso te fortalece.

Estando en mi empleo no hubiera decidido casarme. Me escondería detrás de la excusa de “esperar a que las condiciones mejoren”. Esa excusa sólo reflejaría el hecho de que mi capacidad de asumir riesgos estaba atrofiada.

Cuando hablamos con Lu de casarnos no pensamos en términos de si las condiciones estaban dadas, sino de cómo hacer que se den las condiciones.

Mientras Lu se acercaba vi a nuestros sobrinos delante, trayendo los anillos. Me conmovió pensar el recuerdo que será para ellos.

Las condiciones siempre están dadas cuando cultivamos las habilidades que permitan aprovecharlas.

El empleo fomenta la uniformidad, emprender fomenta la autenticidad.

Otra consecuencia de la necesidad de aprobación en el empleo es que lleva a la uniformidad. Dejamos de hacer aquello que nos gusta o preferimos para hacer aquello que “queda bien”.

¿Cómo puedes darte cuenta?

Empieza a mirar alrededor en tu empleo: ¿Cómo se visten la mayoría de tus compañeros? ¿Qué tipo de corte de pelo tienen?

¿Ves una gran variedad o patrones que tienden a repetirse?

Las personas somos únicas. Eso implica gustos, personalidades y hobbies únicos. Si ves a un grupo de personas y están todos uniformados, probablemente no sea por iniciativa propia.

En el polo opuesto de la uniformidad está la autenticidad.

Como abogado utilizaba traje casi a diario. Andaba con camisas muy «formalonas» y zapatos de arriba para abajo. Tenía el look típico de abogado, porque me esforzada por ser un típico abogado.

Quería quedar bien, aunque me resultara incómodo. Me uniformaba para ser aprobado.

Pero no se supone que las personas estemos uniformadas. Tampoco que a todos nos gusten las mismas cosas. Los problemas que tenemos para ser auténticos están vinculados directamente a querer aprobación. A su vez, eso tiene como consecuencia que no liberemos nuestro potencial.

Para emprender debes encontrar tu Chispa y canalizarla en un negocio. En ese negocio compites con otras personas y necesitas vender. Para hacerlo, debes descubrir qué te diferencia, para aprovecharlo. Cuando lo descubres, debes lograr manifestarlo.

Mientras en un trabajo la uniformidad es la tendencia, para emprender necesitas ser auténtico. Es una condición de supervivencia.

Pero las ventajas de emprender no se terminan ahí, porque ser auténticos empieza a impactar en otras áreas de nuestra vida.

La autenticidad viene de una seguridad personal básica: no se trata de cambiar quienes somos, sino de sacar lo mejor que hay en nosotros.

Si aún no sabes qué es lo mejor que hay en ti, hemos hecho una recopilación de preguntas y ejercicios que te ayudarán a encontrarlo. Dejando tu mail en el formulario que sigue puedes acceder a ella:

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La autenticidad y seguridad personal son la base para tener relaciones geniales. Para encontrar amigos que compartan tus mismos sueños y valores. Para conectar mejor con tu hijo o tu pareja, y para que las personas adecuadas sientan entusiasmo de trabajar contigo.

Durante la ceremonia y la fiesta muchas personas nos dijeron que estábamos llamativamente tranquilos. También se sorprendieron porque la fiesta no seguía el paso a paso de las bodas tradicionales. Nos dijeron varias veces que todo estaba lindo, simple y relajado.

Si mi día a día siguiera siendo tribunales con traje y zapatos de cuero, el casamiento no hubiera sido así. Hubiera elegido un traje en base a las expectativas de otros. Hubiéramos puesto mil cosas “para quedar bien”.

Peor aún, no sé si Lu y yo hubiéramos disfrutado tanto organizando el festejo. No hubiéramos podido comunicarnos con claridad sin haber buscado nuestra Chispa para emprender. Sin los aprendizajes sobre autenticidad y vulnerabilidad en el camino, todavía estaríamos debatiendo cómo pagar cosas que no queríamos.

La dependencia del empleado y la independencia del empresario van más allá de lo económico.

Ya hablamos de “trabajar para otros”. Ahora nos toca afrontar a su sinónimo/primo hermano: “trabajar en relación de dependencia”.

La dependencia está conectada directamente con el problema de la uniformidad y la necesidad de aprobación. Sin embargo, nos afecta en niveles aún más profundos.

Ser dependientes afecta la manera en que pensamos nuestros sueños. Como nuestros ingresos dependen de otro, hacemos una lista de las cosas que podemos pagar. Muchísimas decisiones y frases caen de esto.

En lugar de preguntarnos: “¿A dónde quiero vivir?”, nos preguntamos: “¿A dónde puedo vivir?”.

Decimos frases como “ahora no puedo permitirme este gusto”, o “esto está fuera de lo que puedo pagar”.

Esa forma de pensar se proyecta al resto de nuestra vida.

Como consecuencia del trabajo empezamos a dedicar tiempo a quejarnos de lo que no podemos hacer. Cuando no, nos dedicamos a soñar con cosas “imposibles”.

Nos limitamos porque el trabajo nos limita. Nos da pocas opciones y nos pone fronteras demasiado cerca. Tenemos que pensar en lo que permite el sueldo. Las únicas otras alternativas son pelear un aumento o un ascenso. Incluso allí, sabemos que hay un límite. También que requerirá tiempo.

Y esos límites también nos vuelven irresponsables. En lugar de generar una persona independiente y autosuficiente, generan una persona que no se hace cargo completamente de su situación.

Cuántas veces me encontré a mi mismo diciendo: “¿Qué quieres que haga? ¡Estoy atado de pies y manos.”

Mientras trabajaba, mis planes y mis sueños estaban atados. Sólo tomaba en cuenta las opciones limitadas que mi trabajo me daba, y organizaba mi vida alrededor. Si aún no podía casarme por los ingresos, era culpa de eso. Si no podía vivir en un lugar como me gustaba, también.

En mis planes como empleado, casarme iba a suceder mucho después. También hacer viajes como los que hice en 2014 y 2015. No porque quisiera hacerlo después, sino porque no podía hacerlos antes.

Por eso emprender puede salvarnos la vida.

Porque al emprender nuestras opciones son ilimitadas. No hay un techo de cuánto podemos ganar. Tampoco cuán rápido.

Al mismo tiempo, pasamos a ser responsables. Nuestros ingresos no dependen de un jefe, sino de lo que hacemos nosotros mismos. Si alguien crece más rápido, hizo algo mejor, y debemos asumirlo. No hay tiempo para quejarnos, sino que todo se convierte en aprendizaje.

En lugar de sentirnos a la deriva o atados a otros, estamos en una aventura con las manos libres y todo el camino por delante.

La pregunta no es qué se puede hacer, sino cómo haremos aquello que soñamos.

Con Lu decidimos casarnos primero, y buscamos cómo después. La mentalidad que genera emprender nos dio el aire y las herramientas para tomar la decisión sin miedo, para ejecutarla después.

El mayor problema de la dependencia no es cuánto ganamos cada mes (hay empleados con muy buenos sueldos), sino el limitarnos a ello. No tener el control, y renunciar a nuestra capacidad de ser, estar y hacer lo que queremos.

 

Cuando se habla de las ventajas de ser empleado se priorizan las posesiones y cargos. Las ventajas de ser empresario van mucho más allá.

¿Cómo se publicitan los cargos o puestos de trabajo el 90%? ¿Qué consideraciones se tienen en cuenta a la hora de comparar dos empleos?

Dinero e importancia del cargo. Algunas veces la distancia entre el empleo y nuestra casa.

Y más que nada el dinero.

Pensamos cuánto nos pagan, si nos pagan mejor o peor que en el puesto actual y si tendremos mayor reconocimiento. Pensar en números (o en lo bien que suena “gerente”) nos distrae de las verdaderas preguntas:

¿Qué pasa con nuestros sueños personales cuando pasamos el 80% de nuestro día trabajando para otros? ¿Realmente vale la pena?

Cuando trabajaba como abogado mi respuesta hubiera sido “no sé”. En el fondo, no me importaba. Todos a mi alrededor hacíamos lo mismo, y nos justificábamos con eso.

Cuando dejamos ir quien queremos ser a cambio de un sueldo, realmente queremos sacar el jugo a ese sueldo. Sacamos el foco de la vida o las experiencias y empezamos a ponerlo en las cosas.

Después de todo, ¡esas cosas reflejan y justifican nuestro sacrificio! Si puedo comprar un TV más grande para ver al volver a casa, o cambiar un auto, lo que hago debe tener sentido.

Tenemos muy poco tiempo para nosotros, así que queremos que esté saturado de cosas caras.

Esta es la 4° consecuencia de emprender que quería compartir con ustedes. Cuando emprendemos ganamos dinero (igual o más que trabajando), pero la forma en que vemos y usamos ese dinero cambia.

Cambia porque tenemos más opciones.

Tienes más horas y posibilidades. Ya no necesitas justificar el sacrificio, porque haces lo que te gusta. Y por eso el foco pasa a las experiencias: ¿un TV más grande o un viaje? ¿Otra remera, o salir a comer con mis amigos un lunes?

Como eres el dueño de tu tiempo (y no sólo de tu dinero), ya no piensas en comprar cosas, sino en vivir nuevas experiencias. No eliges un negocio sólo por cuánto pueda generar, sino también por el estilo de vida y actividades que te permite. No se trata sólo de gastar lo que ganaste, sino que se convierte en invertir en ti mismo.

La dependencia y la uniformidad entran en juego. Realizamos gastos porque otros lo hacen, “para mostrar que estamos a la altura”. Al mismo tiempo, no nos permitimos experiencias “porque no podemos pagarlas”.

El empleo nos termina afectando en niveles mucho más profundos que los horarios fijos o los sueldos limitados. Empieza a afectar nuestras relaciones, cómo nos sentimos a nivel personal y nuestra felicidad en el sentido más puro.

Como empleado, vivía cambiando mis camisas. Era una forma de decir “me va bien”. Gastábamos mucho en viajes cortos para justificar el hecho de que sólo teníamos 14 días libres en el año. Lo mismo los fines de semana.

Las semanas antes del casamiento, sin embargo, fueron de otra manera. No eran vacaciones 100% (continuaba con los mentoreos, y escribiendo), pero tampoco lo sentía como un “trabajo”. El día era un collage en el que se cruzaban planear, compartir con amigos que vinieron y divertirnos con cosas cotidianas.

Cuando Lu se acercó lo suficiente (alrededor de las 20:47), nos miramos y sonreímos. Estábamos contentos por el tiempo hasta aquí, pero más aún por las cosas que vendrán.

No vamos a endeudarnos para una luna de miel que le saque el jugo a los 10 días libres, porque podemos viajar cuando y cuanto queramos. En nuestra fiesta no hubo nada para quedar bien con nadie, o para demostrar cómo nos va.

Y el problema no es tener el dinero, ni tampoco comprar cosas. Gracias al esfuerzo en emprender podemos comprar mejores cosas que si estuviéramos en nuestros empleos.

El tema es cómo emprender cambió nuestro foco. Al recuperar la libertad, la independencia y la autenticidad, dejamos de querer justificar sacrificios con cosas, y empezamos a priorizar experiencias y personas.

No estoy diciendo que ser empleado es lo peor, ¡pero sí que tiene consecuencias nefastas! ;)

Cuando empezamos, hablamos de que en la discusión entre empleado o empresario tendemos a ver sólo tiempo y dinero.

Espero que ahora todos ustedes vean que hay mucho más en juego. Las cosas que hacemos en la vida marcan y forjan nuestro carácter.

Así como quienes hacen deportes en equipo tienden a ser mejores colaborando, ser empleado o emprendedor tiene consecuencias naturales. Verlas es el primer paso para decidir si las queremos o no. Cuando lo decidimos, podemos hacer algo al respecto.

Y este es el tema: que salgamos del cliché de la libertad, de poder viajar o los ingresos pasivos y veamos el problema en su auténtica profundidad: ¿Qué no lleva más cerca de quien queremos ser? ¿Trabajar o emprender?

A las 21:10 la ceremonia había terminado. A las 07am. se habían ido todos los invitados.

6 horas después, nos sentamos a desayunar con Lu, y a recordar el camino desde que nos conocimos. Allí surgieron estas reflexiones.

Emprender es un desafío. Algunos días parece imposible. Nos sentimos agotados y dudamos si “tenemos lo que hace falta”.

Pero emprender despierta también lo mejor de nosotros. Nos obliga a sacar todo nuestro potencial y ponerlo en juego. A ser más auténticos. A descubrir y aprovechar nuestra libertad. A ser independientes y decidir qué queremos.

La ventaja final de ser emprendedor

Al hacer todo esto nos descubrimos, y re-descubrimos el mundo.

La ventaja final de esto es que la vida se convierte en una aventura. Un lugar con desafíos y recompensas constantes.

Una de las características tristes de mi yo-abogado era la falta de emociones. Todos los días eran monótonos: los mismos horarios y rutinas. Los momentos de alegría eran pocos y planificados. Las fiestas, los cumpleaños y las vacaciones.

La vida no tiene por qué ser así. Al elegir emprender, podemos elegir también ser personas distintas y vivir momentos de alegría inesperada.

Muchas personas se casan, y esperan que ese sea “su día”. La realidad es que todos pueden ser nuestros días, si somos la persona adecuada.

En la semana y media desde el casamiento hubo muchas nuevas aventuras.

Nos mudamos a nuestro lugar favorito en el mundo (San Lorenzo). Nos invitaron a nuevos viajes y conferencias. Cada día recibimos un correo de alguna de las más de 1.000 personas que entran al sitio. Conocemos nuevos amigos y lugares. El Podcast llegó a 100.000 descargas, y va a tener un lugar en la radio más grande de nuestra ciudad.

¿Alguno de esos momentos fue mejor que casarme?

No. La imagen de Lu llegando es difícil de superar ;)

Pero en dos semanas como emprendedor tuve más momentos alegres que en los 4 años como empleado.

Y eso es lo que deseo para ustedes.

Pero Matías, ¿cómo hago para ser un empresario si ahora trabajo?

Alcanza con 3 pasos:

1. Dedica tiempo a leer este artículo y meditarlo.
2. Toma nota de tus motivos. Haz un cuadro analizando tus ideas sobre el debate “empleado o empresario”.
3. Cuéntame qué eliges en los comentarios.

Por mi parte, me comprometo a generar nuevas herramientas para que lo alcances. Pero de nada servirán si no decides qué persona quieres ser y cómo quieres aprovechar tu vida.

¡Que sea por una hermosa semana de aventuras!

Mati.

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