El minimalismo es una de mis partes favoritas de diseñar un estilo de vida.
Creo, también, que es algo con lo que la gran mayoría de las personas podemos conectar.
¿Quién no se ha encontrado mirando una habitación en su casa y pensando cómo fue que tantas cosas llegaron ahí?
¿Quién no ha abierto un cajón en su hogar sólo para preguntarse hace cuánto que esa cosa está allí?
El problema con estos síntomas es que no son simplemente anecdóticos. Tener cosas de más nos quita energías y distrae a diario. Esas energías que perdemos en las cosas son energías que no invertimos en otras áreas de nuestra vida, ¡que son más importantes!
Un minuto que le dedicamos a ver ese desorden, suspirar y apagar la luz para dejar de verlo es un minuto que no estamos dedicando a nuestra familia, negocio o hobbies. Si además de ese minuto nos quedamos pensando («uno de estos días tengo que ordenar ahí»), entonces esa parte de nuestros pensamientos también es energía perdida.
Tener cosas de más y desorden afecta toda nuestra vida.
¿Y cuál es la respuesta a esto?
El minimalismo.
Pero, ¿qué es el minimalismo?
Para quienes son nuevos por aquí, el minimalismo es un movimiento que apunta a «reducir a lo esencial, a despojar de elementos sobrantes». En el ámbito personal, el minimalismo tiende a ser lo opuesto a la acumulación de objetos, al consumismo excesivo y a los ambientes repletos de adornos, chucherías y detalles.
A nivel personal, a mí me encanta la definición de Graham Hill. El minimalismo es tener menos, para vivir más.
Yo leí por primera vez sobre el minimalismo hace 5 años. A medida que el tiempo va pasando, me doy cuenta de que cada paso en ese sentido es un acierto, ¡pero que hay mucho más por reducir y explorar!
Si este es el primer artículo sobre minimalismo que lees en Superhábitos, antes de seguir te sugiero que te des una vuelta por los artículos anteriores sobre el tema. En la lista a continuación dejaré los enlaces.
Hoy quiero compartir con todos mis nuevas reglas minimalistas. Son nuevas porque en las últimas semanas hice una revisión de mis pertenencias, y lo que descubrí ameritaba un cambio. Podríamos llamar a este nuevo conjunto de reglas «minimalismo 3.0»:
- El minimalismo 0.5 (beta) se trataba simplemente de reducir, simplificar y digitalizar. Esta es la forma en que pienso que una persona debería empezar con el hábito. Si hasta ahora nunca has pensado en el minimalismo, es el punto de inicio. Probar con formas sencillas de reducir te harán ver los beneficios. Si lo disfrutas, pasas al siguiente nivel.
- Lo mejor de esta etapa: aprender el poder de la digitalización en el minimalismo.
- Resultado de esta etapa: una reducción de todo lo claramente innecesario (cosas acumuladas que no iba a usar nunca). Aproximadamente un 80% de las cosas que tenía inicialmente se fueron.
- El minimalismo 1.0 fue el desafío de las 100 cosas. Aquí el foco estaba estrictamente en lo personal, y en poner un número que nos obligara a cuestionar aún más que es esencial y qué no. Al hacer este desafío también tuvimos que poner un juego de reglas claras para tomar decisiones, y eso nos ayudó bastante a ver por qué y cómo nos servía el minimalismo a nosotros.
- Lo mejor de esta etapa: aprender el poder de las reglas claras en el minimalismo.
- El resultado (la lista definitiva en Febrero de 2015) fue una reducción de 2/3 de las cosas que tenía. Eso significa una reducción del 91% desde el inicio.
- El minimalismo 2.0 surgió post-casamiento y mudanza conjunta con Lu (Febrero de 2016). Puntualmente tuvo que ver con las preguntas de: ¿queremos una casa vacía, al estilo del minimalismo extremo japónes? ¿y qué pasa si eso afecta nuestra productividad? ¿vale la pena?
- Lo mejor de esta etapa: aprender que las reglas minimalistas para una persona son distintas a las reglas para una casa minimalista.
- No hubo un resultado claro de esta etapa a nivel personal, porque fue más bien un cambio hogareño. Hemos seguido avanzando con el diseño de una casa minimalista/productiva, y pronto escribiremos sobre el tema.
- Y así llegamos al minimalismo 3.0, en Agosto de 2016. El resultado son las reglas son las que encontrará a continuación, y las preguntas que apuntamos a contestar son:
- Luego de 18 meses de vivir con 100 cosas, ¿qué pasó? ¿es algo a mantener?
- ¿Qué he aprendido que funciona, y qué NO?
- ¿Cómo manejar el minimalismo cuando somos emprendedores desde casa, y la casa es nuestra oficina?
Llegué a 5 reglas en total. Vamos a por ello.
#1. Vivir con 100 cosas es… demasiado.
Lo primero que hice cuando nos sentamos con Lu a revisar nuestras reglas minimalistas fue hacer un inventario de las cosas que tenía. Al haber pasado 18 meses, sentía una acumulación y estaba seguro de que el proceso de reducción iba a ser necesario.
Pero encontré que sólo tenía 91 cosas… ¡5 menos que cuando hice la lista!
Si con 91 cosas sentía una acumulación, entonces para mí se volvió claro que 100 cosas son más de lo necesario, e hice una nueva lista.
A partir de hoy, el desafío para mí es vivir con menos de 55 cosas. Eso quiere decir una reducción casi del 50% respecto del año pasado, y del 95,5% desde que comencé a reducir.
¿Y de cuántos litros es tu mochila minimalista?
Cuando hicimos el desafío de las 100 cosas fijamos como límite poder viajar con una mochila de 28 litros.
Y también descubrí que es demasiado.
Últimamente me he encontrado que cuando viajamos con la mochila de 28 litros me queda espacio libre adentro (incluso llevando allí la chaqueta/campera).
No voy a cambiar mi mochila actual (me gusta demasiado), pero me fijé la regla personal de viajar con 25 litros o menos en la mochila.
Para asegurarme de cumplir, me obligaré a armar la mochila con una botella de 2,5 litros vacía adentro.
He descubierto que mientras menos cosas llevo, tengo más movilidad, me veo menos como turista y más disfruto del viaje. Por eso mi objetivo en el próximo año es viajar con 20 litros o menos, pero para ello tengo que cambiar varias cosas y lo haré de a poco.
#2. El minimalismo es un hábito, y como todo hábito hay que controlarlo.
Si aún no lo haces, hoy es un buen momento para empezar a controlar tus hábitos.
El minimalismo no es una excepción. Al tener controles periódicos para nuestro hábito, podemos analizar si hay aspectos a mejorar.
Personalmente, creo que con dos momentos de revisión es suficiente.
Revisión minimalista diaria
La mejor forma de desarrollar hábitos es tener un momento diario para controlarlos. De hecho, este es el primer hábito que trabajo en todos lo mentoreos.
Para mejorar tu hábito minimalista, hay dos puntos a controlar:
- El «Kaizen» Minimalista Diario. Tener pocas cosas te permite aplicar 100% la regla de que «cada cosa tiene un lugar, y hay un lugar para cada cosa». Para avanzar de a poco en esto, simplemente cada día encuentra una casa a una cosa. Yo hago esto en 5 minutos cada mañana.
- Chequear si hubo cambios. Este es un momento de revisión de 15 segundos literales. Simplemente piensas: ¿adquirí, cambié o tiré algo ayer? Si la respuesta es no, listo. Si es sí, lo anotas (yo llevo un Evernote). Esta pequeña revisión diaria mantendrá activado tu «radar», y así mantener el orden será fácil.
Revisión del minimalismo anual
Una revisión «macro» es una buena idea, cada tanto. Es difícil en el día a día tomar decisiones grandes o drásticas, como de pasar a vivir con 100 cosas, re-definir reglas personales o sentarte en familia a pensar pautas familiares sobre el tema.
Lo mejor para mí es, al menos una vez a la año, hacer esta revisión. De hecho, es una buena actividad individual, de pareja o familiar para hacer en un fin de semana.
#3. Reducir por reducir es una pésima idea.
Creo que uno de los aprendizajes centrales de estos años reduciendo es el siguiente: cuando sabemos por qué lo hacemos, reducir es una acción liberadora, ¡y queremos hacerlo más aún! Cuando reducimos por reducir, se siente como una condena, ¡y lo evitamos!
(Por esto también no podemos obligar a quienes queremos a que sean minimalistas).
Eso significa que cualquier regla que nos pongamos debe basarse pura y exclusivamente en nuestros objetivos personales. Copiar el inventario de algún minimalista que encontramos online sería una mala idea. Eliminar cosas que usamos y disfrutamos también.
Para resumir esto, con Lu hemos llegado a una pregunta que guía nuestras decisiones minimalistas:
¿El costo de tener esto, es mayor al provecho que obtengo de él?
Esta es, probablemente, la pregunta más importante en este artículo. Así que vamos a analizarla:
El costo de tener algo
Tener algo tiene costos múltiples, y el precio por el que compramos esa cosas es el más chico de esos costos:
- Tener algo implica gastar en espacio para tenerlo (y para tener más espacio pagamos un alquiler más caro, o necesitamos construir una casa más grande).
- Tener algo implica gastar tiempo en ordenarlo, cada tanto (y debemos recordar que nuestras horas tienen un valor enorme).
- Tener algo implica gastar tiempo en limpiarlo. Y a eso debemos sumarle el costo de los elementos de limpieza.
- Tener algo implica perder el dinero que podríamos ganar vendiéndolo. Y ese dinero, a su vez, podría invertirse y darnos intereses.
- Cuando tenemos muchas cosas, hay un gasto extra en preocupación porque «algún día tenemos que ordenarlas». Eso implica tiempo y energías. Trabajar en un espacio lleno de cosas disminuye nuestra alegría y foco. Piensa que si generas U$ 1.000 por mes, y el ambiente reduce tu productividad en un 5%, el exceso de cosas te cuesta 50U$ cada mes. O sea 600 U$ al año, y U$ 6.000 en la próxima década.
Cuando sumamos todos estos números, el costo de tener algo dando vueltas es bastante alto, sobre todo cuando lo proyectamos en el tiempo. De hecho, te invito a que hagas sumas con los precios de tu país. Te sorprenderás de lo caro que te sale cada cosa extra que tienes dando vueltas.
El beneficio que obtienes de esa cosa.
Dicho esto, las cosas también son una gran herramienta para estar mejor, trabajar y proyectarnos.
Por eso el minimalismo no es vivir sin cosas en el bosque.
Mi PC, por ejemplo, es un gasto que asumo feliz. Si se rompe, invierto lo que sea en arreglarla. Cada año la cambio por una mejor, y durante el año me aseguro de mantenerla limpia y funcionando.
Esa PC es la que me permite tener un negocio funcionando, ver vídeos que me divierten, leer y gestionar mis cuentas.
La PC es un caso claro de cosa cuyo beneficio supera ampliamente los costos, sin importar cuántos sean.
Otro ejemplo, más extremo, es tener o no una casa. Algunos radicales minimalistas eligen no tener un casa. Y eso tiene sentido en sus planes (por ejemplo, vivir viajando).
Pero para nosotros una casa es un costo que se justifica sólo. Nos gusta tener un lugar al cual volver, y que esté montado a la medida de nuestras necesidades. Que tenga nuestras herramientas de trabajo, escritorios cómodos, luces, etc.
La decisión minimalista costo/beneficio.
Así que al final del día la pregunta no es si podrías sobrevivir sin esa cosa, sino si la cosa en cuestión tiene más costos que beneficios (caso en el cual se irá), o más beneficios que costos (caso en el cual se queda). Si tu vida va a ser peor por reducirla, entonces no lo hagas. Si estás sufriendo por reducir, no lo hagas :)
La pregunta podría resumirse de la siguiente forma:
La cosa que está bajo la lupa, ¿te pesa?
No te preocupes por estar dándote excusas. Si no es claro que algo te pesa, no lo elimines. Tú mismo irás afinando tu sentido de qué es necesario, y con el tiempo llegarás al punto justo. Nadie reduce perfecto al primer intento.
#4. Analizar siempre si tienes un problema de cantidad, o de recambio.
Uno de los mayores errores en los que me encontré en 18 meses de vivir con 100 cosas fue pensar «no tengo suficiente». En general ese pensamiento surge con la ropa, y aparece cuando quieres vestirte para una ocasión y te encuentras sin la ropa adecuada.
Pero ese error surge de una trampa mental: cuando no tenemos algo que necesitamos, pensamos en SUMAR. En realidad, lo correcto es pensar en CAMBIAR.
Me dí cuenta de que no hay problema con tener pocas cosas si todas están en buen estado (que se vean bien, te queden cómodas y con el talle correcto).
Este enfoque es saludable porque en el día a día no acumulamos, sino que cambiamos. También nos permite invertir tranquilos en cosas, y aprender a dejar ir las cosas cuando ya no cumplen su función.
Minimalismo y ahorro: Mejores compras. Más enfocadas.
Aquí entra un punto que quería tocar brevemente. Normalmente se piensa en el minimalismo como un modo de ahorrar porque compramos menos.
Pero, en mi experiencia, atar minimalismo y ahorro puede llevarnos a cometer un error: estar enfocados en gastar menos nos lleva a elegir qué comprar por precio. Y eso no funciona bien.
El minimalismo lleva a ahorrar, pero no en cada compra, sino en total y en el largo plazo. Tener pocas cosas (y cambiarlas cuando dejan de estar bien) llevan a que seamos más selectivos con qué tenemos. Vamos a buscar cosas que sean perfectas y de larga durabilidad. O sea que compramos mejor.
Comprar mejor muchas veces implica comprar cosas «caras», y es algo que tenemos que hacer tranquilos. Incluso si nos toma tiempo ir armando nuestro Kit de cosas ideales, es bueno tenerlo presente para irlo construyendo de a poco.
#5. Las personas cambian, y las herramientas deben acompañar.
Esta es la regla final, y la que más me ha sorprendido.
Si eres una persona activa y emprendedora, seguramente tienes una vida dinámica. Nuestras circunstancias y actividades cambian año a año (¡y tal vez incluso mes a mes!). Y si nuestras circunstancias y actividaes cambian, las cosas deben cambiar también.
Las cosas (igual que el dinero) deben ser una herramienta que está al servicio de lo que más importa. No hacemos nada POR las cosas, sino que las cosas están ahí PARA que podamos hacer lo realmente importante.
Lo que más me sorprendió de revisar mi inventario fue ver este cambio:
- Cuando hice el primer inventario, Superhábitos aún estaba en proceso de consolidación. Eso implicaba, para mí, miedos e inseguridades. Y tenía ropa para «cubrirlo». Por ejemplo, entonces, tenía camisas y pantalones formalotes. Sin embargo, a medida que Superhábitos creció me dí cuenta de que lo formal no era necesario. Este año, por ejemplo, hemos dado la mayor parte de las charlas con zapatillas/tenis urbanos y camisas informales. O sea que todo un sector de mi inventario quedó obsoleto.
- Otro ejemplo de cambios tuvo que ver con la actividad física. Al hacer el inventario de las 100 cosas estaba muy enfocado en el montañismo (que era algo central en el momento). Ahora, en cambio, estoy más enfocado en correr y hacer ejercicio en la vida cotidiana. Eso implica un cambio en las cosas (y en el tipo de cosas).
- A medida que pasa el tiempo, disminuyen los «¿Y qué pasa si…?». Muchas de las cosas en mi inventario anterior estaban basadas en temor a circunstancias hipotéticas: ¿qué pasa si tengo una fiesta muy formal? ¿qué pasa si tengo una charla? ¿qué pasa si viajo a un lugar muy frío? ¿qué pasa si un día quiero dibujar?. A medida que pasan los meses, sin embargo, empezamos a ver que esas hipótesis están erradas, al menos la mayoría. Y que esas cosas no son necesarias. O sea que podemos descartarlas.
El minimalismo en la vida diaria es una inversión de alto retorno
Estas son mis 5 nuevas reglas para el minimalismo día a día.
Alguno de Ustedes puede estar pensando: «¡Matías! ¿Quién tiene tiempo para hacer reglas de minimalismo y revisarlas cada 18 meses?»
Es una pregunta que yo mismo me hago cada tanto :)
Y la respuesta es: todos deberíamos tenerlo.
Esta es la versión 3.0 del minimalismo para mí, y me doy cuenta de que cada vez que invierto tiempo en definir reglas, reducir y ajustar, ¡el retorno de esa inversión es altísimo!
Por cada hora de revisión de reglas que realices, puedo garantizarte que te ahorrarás 50 horas más en el año siguiente.
Como emprendedores muchas veces nos enfocamos en qué cosas nos faltan. Es bueno cada tanto cambiar la pregunta y pensar: ¿qué cosas nos sobran? ¿qué cosas de más estamos cargando?
Porque una mochila sin lo suficiente es un problema tanto como una mochila con cosas de más. Y eso es cierto para las mochilas reales tanto como para las metafóricas.
Si alguna de estas reglas te resulta útil, cuéntame en los comentarios. Y una pregunta para todos (estén en su minimalismo 1, 3 o 7), ¿qué ventajas ven a liberarse de cosas?
Si unimos ideas entre todos, por ahí podemos convencer a más personas de reducir, y así hacer del mundo un lugar más ligero y bonito en que vivir.
¡Y que sea por un lunes genial para ti!
Mati