Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.
Eduardo Galeano
Un año antes cualquiera de estas cosas hubiera parecido imposible.
Ahora mismo, mientras escribo, se me llenan los ojos de lágrimas.
En 2013 estaba trabajando medio día en un trabajo que sonaba importante pero que, en realidad, era más monótono que otra cosa. La otra mitad de mis días me la pasaba preocupado por la Universidad. Tenía proyectos personales pero no iban a ningún lado. Me sentía encerrado en una rutina, y no podía prever que las cosas fueran a cambiar, y eso incluso sabiendo que entre las personas que estudian y trabajan yo me podía considerar afortunado. Llevaba más de 3 años haciendo lo mismo y empezaba a preguntarme si es que simplemente el precio a pagar era dejar pasar décadas de la vida de uno.
Me atormentaban dos cosas.
La primera es que siempre dije que quería ser un emprendedor, viajar y hacer un trabajo que me entusiasme pero de a momentos esas afirmaciones parecían simplemente un sueño o idea a la que me aferraba. Soñaba con aumentar mis ingresos, emprender «algo» propio y volverme un personaje fascinante lleno de aventuras. Pero lo soñaba, nada más. Mi día a día era completamente predecible y seguro.
La segunda es que, aunque ya llevaba varios cientos de horas experimentando con productividad y hábitos, nunca me había atrevido a salir 100 % a poner todo ese conocimiento enfocado en generar ese emprendimiento soñado. Nadie sabía que era lo que realmente disfruto hacer y menos consideraban pagarme por eso. Sentía que en esos hábitos había un potencial mucho más grande, pero no terminaba de ver cómo utilizarlo.
Estaba trabado.
Un año después me encuentro con las manos sobre el teclado, mirando Buenos Aires en medio de un viaje de 90 días que estamos haciendo con Lu. Este es mi trabajo. Cada mañana la pantalla en blanco y el teclado son un reto, y me encanta. A diferencia del emprendimiento que teníamos antes, los resultados de este año han llegado con mucha más rapidez y contundencia. Primero los correos de agradecimiento, luego las invitaciones a Eventos y finalmente las primeras ventas. Los saltos de un escalón al que sigue te obligan a mantener un ritmo que no esperaba pero que, con un Equipo genial, se vuelve divertido.
Lo pienso y me emociona, porque pienso en las posibilidades que traería que más gente logre lo mismo. Un mundo de personas emprendiendo desde lo que le gusta y aportando valor a su comunidad es lo más genial que puedo imaginar.
¿Qué fue lo que cambió de un año a otro?
Empezar.
O, dicho más claro, poner los hábitos adecuados al servicio de crear una empresa propia.
Lo que trajo resultados fue poner todo lo que habíamos aprendido y experimentado antes al servicio de un emprendimiento que amamos.
Y me gustaría que vos también empezaras tu emprendimiento. Se trata de que la pases mejor, de que aportes al mundo y que ganes libertad en el proceso. Así de simple.
Por eso desde Mayo nos propusimos preguntarle a cada nuevo miembro de la Comunidad cuál es su reto o problema más grande. No todos pudieron contestarnos, claro. Pero los que sí nos dejaron helados. Fue increíble descubrir que sus problemas son los mismos que nos afectaban a nosotros.
Y odiamos esos problemas, ¿saben por qué? Porque no son problemas reales, sino ideas que andan dando vueltas por ahí y afectando a miles de personas. Y por cada persona que no inicia su camino emprendedor por culpa de esas ideas, mil más sufren por no recibir un producto o servicio nuevo.
Es un cadena. Pero podemos cortarla.
Por eso pensamos que era una buena idea reunir todos esos problemas y las respuestas en un Post. Así nos sirve a todos para darnos cuenta de que no estamos solos en la lucha. Si le puede servir a un grupo, probablemente le puede servir a mucha más gente.
Así que empezamos con una lista de 250 mails. De ahí hicimos una lista con 50 problemas. Luego los combinamos en 19 y, finalmente, en 4. Las respuestas abarcan personas entre 16 y 60 años, de más de 30 países. Y todas apuntan a lo mismo: sienten que emprender es muy «complejo».
¡A la carga Sancho! ¡Vamos a derribar los 4 mitos más comunes que están evitando que esta Comunidad Superhabitesca emprenda!
1. No puedo empezar a emprender porque… no tengo tiempo.
¡Patrañas!
Bueno, tal vez no para tanto. Pero ahí nomás.
Este es el motivo que primero surge, y se lo puede expresar de varias maneras:
- Soy desorganizado, y nada de lo que pruebo me sirve.
- Hay mucho que cumplir y hacer (y eso no me deja tiempo para empezar algo a la par).
- Tengo tantas tareas acumuladas que ya no sé por dónde comenzar, así que simplemente voy cumpliendo con lo urgente.
- Tantas obligaciones me bloquean y llenan de ansiedad, así que cuando tengo un rato libre sólo quiero desenchufarme.
- Me gustaría organizarme, pero no tengo tiempo para hacerlo. Toda mi semana está organizada por compromisos.
Los efectos de esto exceden, por supuesto, a la posibilidad de emprender de las personas. Para muchos implica que las cuestiones de trabajo afecten lo personal y familiar. La urgencia y la velocidad de la rutina se convierten en un obstáculo para disfrutar momentos y tareas.
Finalmente empezamos a sentir que somos incapaces de proyectar cosas a largo plazo. Y entonces dejamos de hacerlo. El tema es que cuando renunciamos a hacer planes de largo plazo estamos renunciando a cambiar las cosas. Y dejamos de crear y empezamos a reaccionar. Ya no vivimos, sino que cumplimos. Estamos en automático.
Y todo porque alguien nos metió la equivocada idea de que hay personas organizadas y personas desorganizadas, y de que las personas importantes y eficaces logran hacer un montón de cosas aprovechando y exprimiendo cada día hasta la última gota. Es la imagen del ejecutivo andando en bicicleta en un rascacielos con traje y hablando por un auricular bluetooth, cerrando un trato en japónes mientras ve el Mercado de Valores en Londres.
Son todas patrañas.
Yo siempre pensé que era desorganizado. En realidad, simplemente estaba desorganizado.
Tampoco es cierto que estar organizado sea ser una maquina de trabajo 24 horas al día. Es esta idea de que estar organizado es hacer mucho la que genera ansiedad y, eventualmente, nos bloquea y nos lleva a postergar.
Somos personas, no máquinas de trabajar. Nuestra vida es mucho, mucho más.
Las personas eficaces tienen equilibrio entre sus distintos roles, disfrutan de las tareas que les toca enfrentar y saben enfocarse en una cosa a la vez. Lo que hace la diferencia no es hacer mucho, sino hacer aquello que es importante y que realmente conduce a los resultados.
No se organiza «cuando tiene tiempo». Tiene tiempo, porque se organiza. Terminemos con el primer mito ahora, de un lanzaso: tener tiempo no es una base o condición, ¡es una consecuencia!
Estar organizado no es un don, sino un hábito que puede adquirirse y ejercitarse.
2. No puedo iniciar un negocio propio porque… no soy suficientemente disciplinado como para seguir los planes que hago.
Aquí las frases también varían:
- Para ser productivo necesito que alguien me pongan plazos y obligaciones, ¡nunca podría trabajar independiente!
- Tengo un montón de ideas geniales, y leí mucho sobre negocios, pero se me va el día haciendo cualquier cosa.
- Me falta constancia. Empiezo las cosas (como la dieta, el gimnasio o un negocio), pero no las mantengo.
- Planifico a la perfección. Tengo listas y planillas. Aclaré mi visión con imágenes, música y videos. La verdad, sin embargo, es que simplemente nunca hago.
¿Ya saben qué es lo primero que voy a decir, no?
Sip. Exacto: la disciplina no es un don natural. Más aún: aunque la disciplina puede entrenarse depender de ella es lo peor que podemos hacer.
Dentro de la imagen que mencionamos de las personas productivas y los emprendedores está la idea de que ese funcionamiento como máquinas viene de un constante ejercicio de voluntad o una personalidad naturalmente disciplinada.
Es lo que mucha gente piensa de nosotros cuando hablamos la primera vez. Cuando ven a Santi y sus rutinas de ejercicio o Lu y lo tranquila que está en medio de una semana de mudanzas.
La verdad es que ninguna de las dos cosas son ciertas.
Lo que hace falta no es tener una fuerza de voluntad de hierro, sino pasar tiempo usando la fuerza de voluntad que tengamos para desarrollar hábitos.
En mi caso, mi disciplina en general es pésima. Me cuesta obligarme a hacer cosas que no quiero.
Por eso uso un mecanismo simple.
- Pienso cosas que me gustaría cambiar (estas listas tienden a ser muy largas).
- Elijo y ordeno entre esas tareas aquellas que, si las cambio, van a tener un efecto más profundo.
- Uso un mínimo de disciplina para hacer de forma cotidiana la tarea con más efectos.
- Eventualmente esa tarea se convierte en hábito.
Y ahí viene la magia.
Un amigo mencionó una vez que «un hábito es lo contrario a un ejercicio de voluntad», ¿por qué? Porque cuando algo se transforma en un hábito lo empezamos a hacer en automático, y deja de costarnos.
Si te acostumbrás a tomar agua, y lo hacés un hábito va a ser un esfuerzo al comienzo pero después simplemente va a ser «algo que hacés». Por eso este mes con tantos viajes y cambios he seguido tomando 2 litros de agua por día y trabajando enfocado. Ya no me cuesta ni es un ejercicio de voluntad. Me sale en automático.
El tema es que hay que elegir qué hábitos queremos y nos llevan a donde deseamos.
Entendiendo cómo funcionan los hábitos y teniendo paciencia de usar la voluntad para desarrollarlos de a uno los resultados llegan. No hace falta ser un superhombre disciplinado ni levantarte a correr en la nieve.
3. Me encantaría crear una empresa… pero no sé por dónde empezar.
Ahora la cosa se pone peluda. No por Ustedes (no tienen la culpa) sino por la ensalada que crean las distintas publicaciones sobre emprendedorismo y empresas.
Si googleamos «¿Por dónde empezar para crear una empresa?» nos vamos a encontrar muchas respuestas que, en el fondo, realmente no explican los problemas:
Primera Respuesta: Hay que empezar por tener una buena idea de negocio.
Error: No logra explicar cómo es que hay personas que generan ideas rápidamente y a montones y otras que parecen no poder encontrar una en un desierto, ¿es qué este sí es un don natural? ¡NO!
Segunda Respuesta: Hay que empezar por tener una forma jurídica y una marca registrada.
Error: Prueben ir y crear una empresa jurídicamente y vuelvan a su casa a esperar que les de ingresos, ¿funcionaría? ¿Cómo es que hay tantos empresarios que para cuando le dan forma jurídica ya tienen clientes y una prosperidad asegurada? ¿Y cómo otros con formas jurídica e inversión quedan trabados? Por otro lado, ¿es que si no dispongo del dinero para hacer una inversión estoy destinado al fracaso? Adivinen… ¡NO!
Tercer Respuesta: Empieza por realizar un Plan de Negocios.
Error: En 2011 hicimos, con unos amigos, un hermoso Plan de Negocios de 56 páginas para una empresa de digitalización de documentación. Nos pasamos un mes detrás de eso. Tenía gráficos con 3D y toda la pelota, ¿saben cuánto facturó? 100 pesos en negativo (fue lo que gastamos en impresiones). Superhábitos arrancó y tuvo más de 100 suscriptores antes de que nos sentaramos a armar un Documento así (y de hecho nunca lo hemos presentado en una competencia). Si el primer paso necesario es realizar un Plan de Negocios, ¿qué pasó? ¿Por qué algunos creadores de Planes de Negocios después crean empresas y otros no? ¿Por qué algunas personas emprenden sin Plan de Negocios formal? No, ese no puede ser el factor definitivo.
Cuarta Respuesta: Empieza por hacer una Investigación de Mercado
Error: Primero que nada en cuanto alguien dice que el primer paso es hacer una «investigación de mercado» los que no estudiamos nada relacionado a negocios nos desinflamos, ¿y eso con qué se come? ¿son encuestas? Si empezar a emprender requiere eso, ¿qué se requiere para empezar una investigación de mercado? ¿cómo se cuándo está lista? Además, de nuevo, hay miles de casos de empresas geniales que empezaron sin estudios de mercado y conozco también varios conocidos que hicieron muchas encuestas, entrevistas y cosas así y nunca las concretaron en un proyecto.
No voy a cansarlos analizando una a una las respuestas que salen en Google. Si les interesa que hagamos eso me twittean y lo armamos más adelante.
Lo importante ahora es que todos estos enfoques (al igual que los que apuntan a que es necesario más capital o más «formación técnica en negocios») son, en parte, superficiales. Evitan analizar la base sobre la cual se asienta la creación de ideas, la elaboración de planes de negocios o investigaciones de mercado: la persona del emprendedor.
Emprender no es fácil. Cualquiera que diga lo contrario está mintiendo. Hay una cuota muy grande de incertidumbre y los retos son muy variados. A diferencia de un rol como empleado uno está a cargo de todos los aspectos de la empresa y no hay horarios fijos ni metas puestas desde afuera.
La verdad es que iniciar un negocio es un proceso que requiere de mucha fortaleza personal y un alto grado de claridad mental y confianza. En pocas palabras, requiere habilidades personales emprendedoras.
Por eso este tercer mito está tan errado.
Si nunca emprendiste, y te gustaría iniciar el camino a iniciar una empresa no tenés que empezar pensando en la empresa. Tenés que empezar pensando en vos.
Crear una empresa es como correr una maratón. El camino a ganar una carrera no empieza cuando pensás qué maraton concreta te gustaría ganar ni cuando estudias el mapa. El camino empieza por trabajar tus habilidades personales y entrenarlas.
No tenemos que pensar en crear empresas. Tenemos que pensar en volvernos emprendedores.
- Tener una misión clara nos va a mantener motivados y enfocados por más que el camino se complique o alargue.
- La claridad y las prioridades nos van a permitir tomar decisiones a diario respecto de qué hacer y cómo usar nuestro tiempo.
- Tener fortaleza física te va a dar energías para trabajar duro frente a los retos que surgen en la implementación.
- Tener tus emociones bajo control te va a permitir perseverar en medio de la incertidumbre y en contextos hostiles.
- Trabajar tu espacio estímulo/respuesta te va a permitir no reaccionar sino tomar las decisiones y pivotar cuando sea necesario.
- Liberarte de cargas innecesarias (actividades y cosas) te va a dar flexibilidad en momentos de crisis.
- Y es siendo independiente, humilde y concentrado en crear valor lo que te va a permitir encontrar, elegir y desarrollar un equipo que brille en circunstancias adversas.
- Si te volvés emprendedor después vas a poder crear ideas, incluso si no tenías una originalmente. Si ya tenías uno, vas a poder pasar por el proceso de volverla en realidad.
Es por falta de estas caractéristicas que hermosos planes de negocios quedan en la nada. Por ellas, también, se pueden crear empresas sin un plan de negocio hiper-detallado.
¿Investigación de mercado? Desarrollar un foco en aportar valor (como base de emprender) te lleva sólo a saber cómo hacer una, y a descubrir cuando los resultados son correctos.
La excusa de que no podés iniciar un emprendimiento porque no sabes por dónde empezar acaba de morir, frente a nosotros.
Ahora sí sabés: tenés que empezar por vos.
4. Sería genial encarar un proyecto propio… pero me siento sólo
Conocemos ese sentimiento, demasiado:
- Ninguno de tus amigos comprende por qué querés meterte en algo tan complicado como iniciar un negocio.
- Tal vez en tu misma familia no te sentís entendido. No hay ningún emprendedor a tu alrededor.
- No estás muy al tanto de personas con buenos negocios en tu ciudad, excepto personas que ya tenían mucho dinero o contactos. ¿Emprender desde abajo? «Esas son historias de yanquis».
- En general notás que se valora más a profesionales o empleados con títulos bonitos (como gerente) por sobre a los emprendedores en tu comunidad. La frase conocida es «mi hijo el doctor», ¿no? No hay una película que se llame «mi hijo el dueño de la imprenta», o «mi hijo el emprendedor».
Los efectos de esto son muchos. Es difícil conversar con otras personas sobre los problemas que surgen, como sentirte desmotivado, sentir que te quedás sin ideas o que un problema en la empresa no tiene solución. Incluso si tenés tus hábitos emprendedores muy desarrollados, ¿no vendría bien tener alguien con quien charlar los problemas? ¿Alguien que te recuerde qué estás buscando y te ayude a tomar perspectiva?
Sí, sería lindo. Y es absolutamente real que lo común es que no tengamos esos espacios entre quienes nos rodean a diario. Pero eso no puede convertirse en una excusa.
La realidad es que hay muchos amigos que entienden lo que buscás con crear una empresa. El problema es que todavía no los conoces.
O mejor dicho, no los conocías. Bienvenido :)
Internet ha cambiado todo, y nosotros podemos aprovecharlo. Hace 30 años para tener una comunidad de personas con los mismos objetivos dependía un poco de la suerte: en qué barrio habías nacido, tu ciudad o simplemente tus padres.
Ahora las barreras han empezado a desaparecer. De eso se trata Superhábitos: reunir a una Comunidad de fantásticas personas con objetivos similares y ayudarnos a lograrlos. Y no es algo egoísta: estamos convencidos de que de Superhábitos van a salir las empresas que moldeen un mejor futuro para las ciudades de hispano-américa.
No estás sólo. Así que este cuarto mito quede acá.
Te vamos a acompañara a iniciar una empresa. Antes que eso, acá tenés consejos, herramientas e información sobre empresarios exitosos que empezaron en situaciones como la tuya (con entrevistas enfocadas en los comienzos, en los primeros obstáculos y las habilidades personales básicas). Aún más importante, hay amigos para darte una mano en convertirte en un emprendedor. No vamos a dejarte bajar los brazos o simplemente conformarte. Las herramientas te van a servir a vos y, después, te van a permitir ayudar a otros. Al mismo tiempo la Comunidad no sólo es un lugar donde buscar nuevas ideas y conversar problemas que vos tengas. También podés invitar a otros a participar y ayudarlo vos.
El cuarto problema está resuelto, ¿no?
Todos estos mitos, la verdad, me sacan de quicio. Hacen daño, y están parados entre miles de personas y sus proyectos más importantes.
Hay otros por supuesto.
Está la idea de que para emprender hay que desquiciarse y no tener vida mientras tanto (cuando lo cierto es que los mejores emprendedores logran tener un fantástico balance y se cuidan antes que nada). O la fantasía de que algunos «elegidos» que nacen con un gen emprendedor y otros que están destinados a no serlo nunca (cuando en realidad todas las características emprendedoras pueden desarrolladas y fortalecidas).
Está el mito de que hay que dejar de lado los principios o pasiones y dedicarse a cosas «que dan plata» (cuando en realidad el mejor modo de crear un negocio está en hacerlo desde nuestras pasiones, talentos y principios, viendo donde se cruzan con necesidades de otros). O el paradigma de que un emprendedor vive en un eterno estado de inseguridad (¿en serio? ¿a alguien se le ocurre algo más seguro que saber generar valor y dinero en cualquier circunstancia sólo con las propias habilidades y talentos?).
Y todas estas mentiras terminan expresándose en frases como «tal vez mejor más adelante», «es muy complejo» y «tal vez en otro momento».
Parafraseando a Seth Godin: el mejor momento para empezar a desarrollar los hábitos para volverte emprendedor y poder iniciar tu empresa fue cuando tenías 12 años. El segundo mejor momento es ahora.
Y no escribo esto desde los libros que hemos leído. Lo hago desde mi experiencia personal. Veo qué mitos me marearon y detuvieron antes y qué acciones concretas me permitieron empezar (y perseverar) con Superhábitos.
¿Soy millonario con eso? No. Aunque no he revisado mi cuenta esta semana ;).
Pero estoy en Buenos Aires viendo la ciudad por la ventana, emocionado por las posibilidades que se abren cuando empezás por los hábitos correctos. Y quería compartirlo con todos Ustedes, que son la razón por la que empezó Superhábitos y de que hoy esté acá.
¿Este Post te sirvió? ¡Se viene una semana con todo!
Los próximos van a ser días muy especiales.
Y por eso, sólo esta semana, vamos a cambiar el ritmo y subir 4 artículos en lugar de 2. Cada uno va a tener sorpresas y mucha más información sobre el proceso que lleva a iniciar un negocio. Para quienes no leen los artículos va a ser inexplicable pero, para los que sí, la idea es que sea un poco una fiesta y un poco un regalo de agradecimiento.
Estamos felices de estar acá con Ustedes, y de poder compartirles una sorpresa gigante mañana.
Hasta eso, sin embargo, dejo una pregunta (y prometo leer todas las respuestas9: