¿Alguna vez has sentido que tu día simplemente no tiene suficientes horas como para hacer todo lo que tienes que hacer?
¿O que te mataste trabajando el día entero, pero no has conseguido hacer “casi nada”?
Esta es la situación en la que se encuentran muchas personas, sin importar si:
- Trabajan en relación de dependencia.
- Emprenden a tiempo completo.
- Y aún con más razón: emprenden a la par que el empleo.
La mayor parte de las personas que se encuentran en este último grupo deben preocuparse no solo por trabajar, sino también por pagar las facturas hasta que el negocio despegue (por lo que tienen que seguir cumpliendo con su empleo) sin descuidar a la familia y los amigos.
¿Y el tiempo para uno mismo? Qué va… leer un libro o salir a comer algo ya no es una posibilidad (¡no hay tiempo ni energías!)
Yo estuve ahí.
“No me da el tiempo para hacer nada”
En el año 2011 estaba emprendiendo, trabajando en un estudio jurídico, finalizando la universidad y trabajando como ayudante de cátedra tres veces por semana… (TODO AL MISMO TIEMPO).
Lo único que podía pensar en el transporte de vuelta a casa por las noches era: ¿cómo puede ser que me esfuerce tanto y vea tan pocos resultados?
Sé que muchos más están en la misma situación que yo en ese momento y esto me molesta muchísimo, porque no es necesario que sea así.
Si quieres ser parte de las personas que tienen libertad e independencia para poder compartir con su familia y hacer lo que les gusta, entonces hay algunas cosas que debes hacer de forma distinta.
Y esto incluye vivir en la zona del 20, que no es otra cosa que hacer menos para generar más resultados.
Es decir, dejar de hacer lo que no importa para concentrarte en lo que realmente tiene peso.
El viejo conocido: el Principio de Pareto (pero desde una perspectiva distinta)
“Vivir en la zona del 20” es sencillamente el hábito de aplicar el Principio de Pareto, o regla del 20/80, a cada aspecto de nuestra vida cotidiana.
Sí, a la vida cotidiana, no solo al trabajo.
Pero antes de profundizar, veamos un poco de historia, por si todavía no estás familiarizado por completo con el amigo Pareto.
Un poco de historia
Wilfredo Pareto fue un economista italiano que vivió a finales del siglo XIX y que observó que en su país el 80% de la riqueza pertenecía al 20% de la población. También descubrió que el 80% de las tierras pertenecía al 20% de los propietarios y lo anotó como un hecho simple en su curso de economía política.
En 1940, otros economistas notaron que este fenómeno era una regla que se repetía frecuentemente y en diferentes contextos:
- El 20% de los productos traerá el 80% de las ganancias en una empresa.
- Utilizamos el 20% de nuestra ropa el 80% del tiempo.
- El 80% de la comida en un festejo será comida por 20% de las personas (en serio, fíjate la próxima vez que organices una comida o festejo en tu casa ;) )
Simplificándolo, el principio se resume en que cuando muchos factores contribuyen a un resultado, por lo general la mayor parte de los resultados se deberá a la minoría de los factores.
Claro, la regla no siempre es exacta; puede darse un 30/70, un 10/90, o incluso un 5/90…
En Superhábitos, por ejemplo, hemos recibido visitas online de 192 países. Si analizamos las métricas, veremos que de 192 países, el 5% (o sea 10) genera el 88% del tráfico al sitio web. :)
¿Por qué vivir según el 20/80?
Ahora que ya sabes lo que es el Principio de Pareto, toca aplicarlo. Es decir, convertirlo en un hábito.
Sucede casi igual con los principios detrás de la pérdida de peso: muchas personas conocen estos principios básicos (comer bien y hacer ejercicio), pero si no se aplican no sirven de nada.
Si lo que quieres es sacarle el jugo a este principio y utilizarlo para lograr más trabajando menos, tienes que aprender a aplicarlo.
Así que… ¿cómo convertir la regla de Pareto en un hábito para emprender?
Hay 3 pasos fundamentales que debes seguir para lograrlo.
Convertir al Principio de Pareto en un hábito en 3 pasos
Estos son los 3 pasos que debes seguir:
>> Paso 1: entender la función de este hábito
Distintos hábitos tienen diferentes funciones.
- Algunos sirven para volver naturales algunas conductas.
- Otros permiten tomar decisiones con más facilidad.
Es por eso que conviene tener en claro la función del hábito que deseamos incorporar. Sigue leyendo, entenderás esto mejor con los siguientes pasos.
>> Paso 2: comprender la estructura de los hábitos
También hay que tener presente que TODOS los hábitos tienen la misma estructura:
- Disparador (trigger en inglés): nos recuerda que debemos hacer algo.
- Conducta: lo que hacemos.
- Recompensa: el efecto positivo que refuerza la conducta.
Este último elemento pasa desapercibido muchas veces, pero es igual de importante.
Un ejemplo práctico:
Imagina que llegas cansado del trabajo y tienes como hábito sentarte en el sofá para ver televisión. Hay:
- Un disparador: llegar cansado.
- Una conducta: sentarse y ver televisión.
- Una recompensa: tu cerebro disfruta de las imágenes, el sonido y la comodidad.
Ahora piensa en lo siguiente: quieres empezar a trabajar en tu negocio mientras continúas trabajando en relación de dependencia. Entonces, decides despertarte temprano para poder hacerlo antes de ir a la oficina. Piensas:
- Un disparador: despertador que suena.
- Una conducta: trabajar en el negocio.
Pero… ¡no piensas en una recompensa! La fuerza de voluntad tiene un límite, y sin una recompensa lo más probable es que no logres cultivar este hábito.
Ahora bien, si sumaras música agradable mientras trabajas o tu desayuno favorito cada mañana que cumplas, pronto estarías haciéndolo sin siquiera darte cuenta.
>> Paso 3: adaptar el Principio de Pareto a la estructura de los hábitos
El tercer paso es sencillamente cruzar los dos primeros:
Disparador:¿en qué situaciones debería aplicar el Principio de Pareto?
En el ejemplo del sofá, para cambiar este hábito utilizando el Principio de Pareto, el disparador podría ser llegar a casa pensando que tienes demasiado que hacer al día siguiente o que simplemente no das más de cansancio.
En definitiva, la sensación de estar hasta la coronilla de obligaciones.
Puedes anotar 2 o 3 frases que digas en esos momentos y que cumplan la función de disparador. Pongo una de ejemplo:
A. “Estoy muerto, no doy más”.
B. _________________________________________ .
C. _________________________________________ .
Conducta: ¿qué conducta o criterio quiero incorporar de manera concreta?
Los hábitos que quieres incorporar aquí no son “estar organizado” o “relajarte”. Esto no es lo suficientemente concreto.
Mejor ser específicos; ¿cómo conseguirás ser más organizado en esta situación?
Una conducta relacionada al Principio de Pareto es, por ejemplo, frenar y fijar un periodo de tiempo concreto para priorizar de forma correcta.
Es decir, que apenas digas A, B o C (las frases que anotaste arriba), debes frenar y revisar tus prioridades en base al 20/80.
Ejemplo práctico de aplicación de la Ley de Pareto
Para entender un poco mejor cómo convertir el Principio de Pareto en un hábito y en una herramienta útil del día a día, lo que hago yo en estas situaciones es:
I. Aclarar qué objetivo quiero alcanzar y ponerlo por escrito
Si tengo varios, elijo los más importantes y los incluyo entre mis objetivos personales, profesionales o de relaciones que tengo (cada uno puede dividir sus objetivos de acuerdo con los diferentes roles que cumpla en su vida, como por ejemplo: trabajador, padre de familia, hija…)
Lo recomendable es no tener más de 5 objetivos y no más de 7 roles.
II. Pensar cuál es el parámetro con el que mediré el objetivo
Por ejemplo, si quiero bajar de peso, consideraría la balanza como parámetro de medida.
Si quiero ganar más dinero o generar más ventas, consideraría mis ingresos o productos vendidos.
III. Hacer una lista de factores/herramientas que utilizaré para trabajar en los objetivos
Una vez que sé qué es lo que quiero conseguir y cómo lo mediré, es el turno de pensar cómo lo voy a conseguir.
Siguiendo el ejemplo de objetivo de ventas, haría una lista de productos o servicios que ofreceré.
Si es un negocio online, por ejemplo, la lista podría incluir:
- Ebook #1.
- Ebook #2.
- Producto afiliado #1.
- Producto afiliado #2.
- Programa de membresía.
- Talleres presenciales.
- Horas de coaching.
Si el negocio fuera un comercio, uno podría analizar por horas o días.
IV. Analizar cómo contribuye cada factor al objetivo propuesto (de acuerdo con el criterio de medida establecido antes)
En el ejemplo de generar más dinero, evaluaría cuántos ingresos trae cada producto.
Así, podría ver qué productos o servicios generan más ingresos que otros y sabría en dónde se concentran los máximos resultados.
El análisis de un economista llegaría hasta aquí, ¿no? Pero nosotros queremos ir más allá ;)
V. Optimizar actividades, esfuerzos o dinero
Para ir más allá, tenemos que sumar un nuevo factor a la fórmula: cuánto ponemos de nosotros.
¿Qué actividades producen mayor cantidad de resultados para el tiempo, esfuerzo o dinero invertido?
Debería anotar, por ejemplo, cuántas horas me toma mantener un e-book a la venta por semana en comparación con atender un programa de membresía o generar contenido para una web.
Lo que sea que esté en la lista de actividades y factores.
La planilla, entonces, se vería así:
Podría ver, por ejemplo, que un producto o servicio me consume muchísima más energía que otros y que, al final, el valor monetario que me aporta queda corto en comparación con otros productos que requieren menos energía o esfuerzo para generar dinero.
(Es poco común que se dé un 20/80 perfecto, así que no te preocupes si la distribución se da de otra manera. Lo importante es identificar que los factores aportan de manera desigual y lograr ver cuáles son los que producen más resultados con menos esfuerzo y tiempo).
En vistas a esto, el paso final es tomar una decisión y poner esa decisión por escrito (así la podemos revisar más tarde).
Esta decisión sería descartar uno u otro producto, por ejemplo, a cambio de más horas libres para dedicarle a otro producto o servicio que reditúe más en cuanto a dinero y energías gastadas.
Aumentar los ingresos un 12% trabajando menos horas
Lograr más haciendo menos es minimalismo para optimizar.
Es el poder que tiene vivir en la zona del 20.
Siguiendo con el ejemplo, podría quedarme con el ebook #1 y el programa de trabajo 1 a 1, que son los que más resultados traen y aumentar los resultados aún más.
Esto se traduciría en… ¡trabajar 5 horas menos por semana y ganar un 12% más!
Vivir en la zona del 20 es un hábito, no una acción aislada
Aplicar este principio es la mejor manera de dejar atrás esa sensación de “no me alcanzan las horas”.
Cuando emprendemos (y si lo hacemos a la par del empleo, aún más) nos enfrentamos a distracciones, emergencias, trabajo, contrariedades… Esto puede convertirse en un obstáculo y en una frustración tremenda.
Lo que hace la mayoría es sencillamente trabajar más, dormir menos, vivir más estresados y pasar menos tiempo con su familia.
Sí, tenemos que trabajar duro y poner mucho esfuerzo, pero vale mucho más el trabajo inteligente que el simple trabajo duro.
Muchas veces, lo que necesitamos no es hacer más y descansar menos, sino hacer las actividades correctas y tener el espacio suficiente para recargar energías físicas, mentales y emocionales.
De esto se trata. De no andar en piloto automático, sino invertir nuestros recursos en lo que da resultados concretos.
El tiempo es el más escaso de los recursos y no podemos ahorrarlo; pero sí invertirlo.
Nuestro deber como emprendedores
Como emprendedores, debemos dejar de funcionar en automático y empezar a optimizar nuestros resultados.
¿Por qué es un deber? Pues porque nuestro futuro y el de nuestras familias dependen de ello, de que seamos inteligentes cuando trabajamos y que logremos sacar lo mejor de nuestro negocio viviendo en la zona del 20.
Estar MEGA OCUPADOS no es sinónimo de estar avanzando o haciendo algo importante. Lo que tenemos que hacer es aprender a hacer menos y lograr más.
Mati