No te conozco. No sé dónde vivís, qué hacés, cuáles son tus hábitos cotidianos, cuál es tu sueño ni tu mayor problema hoy.
Pero sí sé que al menos una vez te sentiste trabado y frustrado por no lograr lo que te proponés. Sentiste que te falta disciplina, voluntad o técnicas.
A mí me pasó (y me sigue pasando cada tanto) sentir que trabajo, me esfuerzo, hasta me acelero a veces pero no avanzo, no veo resultados, no logro nada significativo.
Antes, simplemente me frustraba y me trababa, o sentía que tenía que hacer más, o más rápido.
Con el tiempo, me fui dando cuenta de que no es tan simple como trabajo más = logro más; o aprendo a hacer esto más rápido = aumento mis resultados. No somos una fábrica que produce cajas y que si sus máquinas son más rápidas, van a producir más cajas por hora y eso les trae mayores beneficios después.
Somos personas, con muchas dimensiones, con distintas capacidades e intereses y para cada una hay cosas que sirven y cosas que no, cosas que potencian la creatividad y la productividad, y otras que las obstaculizan.
Pero somos personas, eso quiere decir que un par de cosas en común tenemos.
Por más que no te conozca, no sepa qué hacés todos los días o qué te motiva, sé que compartimos la misma naturaleza, que nos gobiernan los mismos principios naturales y que tiene que haber pautas que podamos seguir vos y yo para destrabarnos.
Hay 2 cosas que a mí me sirvieron y que a vos te van a resultar útiles para pensar y destrabarte cuando estés frustrado y no encuentres el “cómo” avanzar.
#1 La primera es plantearte buenos objetivos.
Si tenés claro a dónde querés llegar, qué querés construir con lo que estás emprendiendo o cómo te gustaría orientar tu proyecto cuando te animes a emprender, a partir de ahí tenés que plantearte objetivos. Los objetivos nos ayudan a orientar las acciones para poder concretar en el día a día esa imagen que tenemos en mente de lo que soñamos.
Por ejemplo, si lo que querés es construir una estudio de diseño gráfico, probablemente cuando lo pienses te imagines una oficina con tu equipo de diseñadores, todos trabajando y recibiendo clientes, el teléfono sonando y vos coordinando el trabajo. Esta imagen sin dudas te motiva. Pero sólo con recrearlo en tu mente no llegás a ningún lado.
Además, tenés que plantearte objetivos que te permitan orientar todos los días lo que vas a hacer para ir acercándote a esa linda imagen que te entusiasma.
Ahora puede que estés pensando, “pero yo me planteo objetivos siempre, sé qué quiero lograr, pero nunca tengo la voluntad para concretarlo, soy desorganizado y poco constante”.
Me pasó muchas veces sentir que soy indisciplinada porque no cumplo con ningún objetivo que me propongo, o frustrarme por no ver resultados y no poder avanzar hacia otra actividad porque no concluyo una.
Esto pasa porque no se trata sólo de decir “bueno, me voy a plantear un objetivo” y con eso se resuelve todo.
No. Para que sirva tenés que plantearte buenos objetivos. Y no perder el tiempo con malos objetivos que sólo te hacen sentir estancado e inútil.
Los buenos objetivos son positivos, muy específicos, medibles y tienen plazos.
Si cumple con esas cuatro características, ¡voilá! tenés un buen objetivo. Sino, no. Y nunca vas a lograr todo lo que podrías lograr si no cambiás tu forma de plantearte objetivos.
Te explico un poquito más cada una de las características:
Positivos: es mejor proponerse “leer tres artículos sobre cómo elaborar planes de negocios” que decir “no distraerme navegando en Internet mientras trabajo en mi emprendimiento”. Siempre nos motiva más proponernos hacer algo que no hacer algo.
Muy específicos: Mientras más específico sea tu objetivo, muchas más posibilidades de cumplirlo tenés, y de llevar el control de cómo vas. No es lo mismo proponerte “investigar sobre planes de negocios” que decirte, como en el ejemplo anterior, “leer tres artículos sobre cómo elaborar planes de negocios”. En el primer caso, puede que no cumplas nunca con tu objetivo porque podés estar toda la vida “investigando sobre planes de negocios”, en cambio en el segundo caso, cuando hayas leído tres artículos es claro que cumpliste lo que te propusiste y podés pasar a lo que sigue.
Medibles: Esta característica se relaciona con la anterior: mientras más específico, más fácil de medir será. Como en el ejemplo anterior, es muy fácil ver cuándo cumpliste porque te propusiste leer tres artículos. Si leíste dos, no cumpliste, no hay discusión.
Tienen plazos: No sirve de nada que te propongas cosas indeterminadas sin ponerte un plazo a vos mismo. Si estás pensando en presentar un proyecto dentro de seis meses, y tu primer objetivo es definir la idea, por ejemplo, no podés pasarte tres meses en esa tarea porque se te va el tiempo y después sólo vas a tener tres meses para desarrollar todo el proyecto. Tenés que ponerte plazos para cada paso que implica elaborar el proyecto y no estar contra reloj (como muchas veces nos pasa) por no haber previsto o no haber definido plazos que cumplir.
#2 La segunda, generarte un ritual.
Bueno, ahora que te planteaste buenos objetivos, lindos y efectivos, hay que mantener el foco y direccionar las acciones todos los días hacia ahí.
La segunda clave es, entonces, generarse un ritual.
Cuando ya sabés qué querés, tenés un muy buen objetivo, tenés que desarrollar los hábitos que van a sostenerte todos los días y sobre los cuales te vas a organizar día a día.
Para eso generarte tu propio ritual es muy importante, y tiene que ver con definir momentos y acciones que sí o sí tenés que mantener y ejercitar que son las que te van a re-conectar con ese objetivo tan bueno que elaboraste.
Definí una rutina que contemple distintos momentos:
- La mañana: un momento para meditar unos minutos, revisar lo que te propusiste lograr y qué vas a hacer ese día para avanzar hacia allí.
- La noche: un momento para pensar en tu día y proyectar cómo vas a encarar el que sigue, agradecer y reflexionar.
- Una vez por semana: un momento para organizarte en la semana, y poder ampliar la mirada más allá del día a día (esto lo podés trabajar en el Kit Gratuito o con estas ideas o estas).
- Una vez por mes.
Esto te permite equilibrar, mantenerte enchufado y motivado con tu objetivo y acomodar tus actividades a tu rutina.
Además, si hacés el ejercicio de desarrollar estos hábitos, tu ritual y mantenés tu rutina, vas a estar muy tranquilo y vas a poder equilibrar lo que hace falta que hagas para alcanzar tu objetivo, con las otras cosas importantes de tu vida como la familia, el descanso, actividades que te diviertan, viajar, etc.
Yo por ejemplo, me propuse en mi rutina hacer ejercicio todos los días, al menos 20 minutos. Si bien lo ideal es una hora, hora y media, aún en los días largos y muy ocupados dedico aunque sea 20 minutos a caminar o hacer ejercicios en casa con una aplicación para el celular para hacer abdominales, por ejemplo. Es mejor 20 minutos todos los días a nada. Y ayuda a mantener el equilibrio en medio de esos días ocupados y largos. Después de esos 20 minutos, vuelvo a trabajar con más energías y foco.
Aunque la idea de tener objetivos casi siempre parece un poco estructurada, en realidad si te hacés el hábito sos mucho más flexible para acomodarte a los imprevistos del día a día que muchas otras personas.
La rutina y los hábitos te permiten liberarte tiempo, enfocarte y direccionar todo lo que hagas hacia eso que estás emprendiendo, lo que realmente es importante: hacer y crear algo grande.
Definí un buen objetivo.
Armá tu rutina. Mantenéla. Internalizala.
Avanzá y acomodáte a los cambios en la marcha.
Enfocáte en crear algo grande, en desarrollar tu emprendimiento.
Pero hacélo paso a paso. Y disfrutá del camino :)
¿Te sentiste trabado alguna vez con lo que te proponés? ¿Te siriveron estas herramientas?