«La experiencia no consiste en lo que se ha vivido, sino en lo que se ha reflexionado«
Jose María de Pereda
Creo que, para esta altura, está claro. Superhábitos no se trata de una o dos personas escribiendo lo que se les ocurre, cuando se les ocurre.
Superhábitos es una comunidad con un fin: permitir que, a través del aprendizaje y ejercicio de buenos hábitos puedas volver realidad proyectos que, tal vez, antes te parecían imposibles. Como toda revolución, se da en el tiempo y a través de personas. No son ideas en el vacío, sino personas viviendo realidades cotidianas y creciendo a partir de ellas.
Superhábitos somos vos y yo, acá en Hispanoamérica y en 2013, aprendiendo. Y esa es la mayor ventaja de ser una comunidad: no tenemos que limitarnos a la propia experiencia para crecer, podemos aprender de la experiencia de los demás. Así, todos crecemos más rápido.
Lu ya nos contó sus reflexiones de fin de año, ¿las viste? Si todavía no, están acá (a mí me dejaron pensando).
Hoy quiero aportar mi granito de arena, así que me propuse hacer una lista de cosas que aprendí, la mayor parte de las veces a los golpes, este año. Me quedó una lista de 40 cosas.
Entonces saqué todas las que me servían a nivel personal, pero podían no servirle a otros.
Después ordené las ideas por importancia e impacto.
Este es el resultado: Las 7 Lecciones más importantes que aprendí en el 2013.
Lección # 1: Todo comienza por tomarse tiempo para pensar y planear, empezando desde pensarse a uno mismo (Enero de 2013).
¿Y si te dijera que, usando sabiamente 5 días del año, podés hacer los otros 360 absolutamente mejores? No estoy hablando de un poco mejores, o más o menos mejores. Hablo de acercarte cinco veces más rápido a tus objetivos, o tal vez más.
Este año, a inicio de año, me tomé unos días (con el equipo completo de Superhábitos) para planear y pensar qué quería lograr este año. Como parte de ese proceso, releí el libro «Los 7 hábitos» como hago cada Enero, porque me sirve para volver a alinearme conmigo mismo y lo que considere bueno e importante. Esta vez incursioné también en «El 8vo Hábito», y me propusé descubrir y definir cuál era mi pasión, lo que amaba hacer. Allí, usando varias fuentes, desarrollé y practiqué un proceso (como el de la Guía Descubrir tu Chispa Interior que recibirán de regalo cuando se suscriban) para conocerme e identificar cuál era ese centro para mí.
Cuando lo ví, sentí una claridad, determinación y alegría que no podía creer. Me dí cuenta de cuánto amo aprender experimentando y escuchando a otros, y que compartir esos aprendizajes escribiendo o hablando me completa. Me dí cuenta, en particular, que la temática de los hábitos me genera especial emoción y compromiso, porque sé que pueden cambiar la vida de cualquier persona, aliviar los sufrimientos profundos que vienen de no poder superar obstáculos internos, generar relaciones profundas y afectuosas o de no crear y construir proyectos propios. Eso, combinado con el trabajo de aprender a emprender del Equipo sólo podía llevar a grandes cosas.
Volví el 20 de Enero y estaba emocionado. Esa claridad y emoción me acompañó todo el año. Pero…
Lección # 2: No alcanza con saber qué queremos, tenemos que clarificar Cómo (Febrero de 2013)
Tenía una imagen clara del destino que quería alcanzar. Si fuera un viaje turístico, podríamos decir que tenía colgada en mi pared una foto de la playa. Imaginaba cómo se vería, el olor que habría y qué haría ahí.
Pero no tenía ni idea de qué hacer concretamente cada día para llegar ahí. Volví de mis días de reflexión y me choqué, de lleno, con la realidad. Había que rendir materias, cumplir horarios de trabajo, hacer las tareas hogareñas, cubrir gastos y necesidades.
Intenté llevarme por el solo impulso de la motivación, de mi deseo, de esa imagen clara. Pero no hubo forma. Al comienzo puse excusas. Cosas como que en realidad estaba pasando por una época de transición, o que eran las mesas de exámenes, una época en la que hay visitas familiares, etc., etc. A veces siento que tengo demasiada facilidad para encontrar excusas.
Llegó Marzo, sin embargo, y ya ninguna de esas excusas era válida. De repente era sólo yo, mi imagen clara y nada más. Entonces tuve que mirarme al espejo y asumir una realidad: no alcanza saber hacia dónde uno quiere ir, hace falta trazar un mapa de ruta y tener una brújula en la mano para saber que nos mantenemos en camino.
Ese mapa de ruta son los objetivos de mediano y corto plazo.
Esa brújula es el proceso de escribir un diario, revisar cada semana cómo me fue y planear la que sigue.
Tener un objetivo claro nos da la motivación para perseverar y un sentido con el cual tomar decisiones. Pero los grandes objetivos normalmente requieren esfuerzo, dedicación y tiempo bien aprovechados. Y para eso tuve que aprender a organizarme.
Lección # 3: ¿Querés tener tiempo y energías para empezar tu Gran Proyecto? Aprendé a decirle que NO a otras cosas (Marzo/Abril de 2013).
Cuando uno se sienta a organizar su semana, las primeras veces, genera horarios muy muy detallados. Se prevé que hacer con cada grupo de 15 minutos. El horario está lleno, de arriba a abajo, de lunes a domingos, ¡hay tanto por hacer!
Rara vez esos horarios funcionan. La vida no es cuadrada ni susceptible de ser encasillada. Al final de la semana nos sentimos agotados (tal vez, incluso, nos preguntamos si nuestro gran proyecto justifica este sufrimiento) o, si no, sentimos que para cumplir a rajatabla con ese horario descuidamos a otros y a nosotros mismos.
Entonces hacer algo similar la semana siguiente se vuelve cada vez más difícil. Eventualmente, dejamos de planear, y volvemos a sentir libertad y tranquilidad. Pero eso implica que dejamos de hacer realidad nuestros proyectos.
Todo esto me pasó. Pero sabía que no podían ser esas las únicas opciones: ¿cómo va a ser posible solo alcanzar los objetivos sufriendo? ¿O sólo posible vivir tranquilo descuidando nuestros mayores proyectos?
Y ahí me di cuenta.
El problema no era estar organizado. El problema era lo que estaba organizando. Estaba aferrado a muchas tareas o roles que realmente no hacían a mis objetivos más grandes. Por temor a fracasar en mi camino estaba cuidando un montón de barcos en la playa.
El problema es que, como dice la frase, a veces hay que quemar los barcos para poder adentrarse en el territorio.
En mi caso, quemar los barcos era decidir dejar (o bajar drásticamente mi participación) en muchos proyectos, y rechazar cualquier nueva oportunidad. Hacer eso es difícil y, de a momentos, hasta doloroso. Normalmente hay expectativas, especialmente externas y familiares, y relaciones creadas en torno a esas actividades. En mi caso, había atado parte de mi sensación de valor personal y reconocimiento a muchos de esos proyectos. Además, en muchas de esas actividades trabajaba con algunos de mis más queridos mentores y amigos.
Pero nada de eso cambiaba el problema de fondo: si quiero ir tras de mis mayores proyectos, tengo que dejar de lado todo lo que no haga a ese sueño. Para decir que sí a una cosa, hay que decir que no a muchas otras.
Así, dejé mi Trabajo de Investigación (que, hasta el momento era mi logro más «resonante»), rechacé una enorme oferta laboral y una invitación a formar parte de otro equipo, decidí no aceptar más responsabilidades en el trabajo y decidí enseñar a otros muchas cosas que sabía y me daban un lugar privilegiado en otros roles. Eventualmente, como equipo decidimos cerrar nuestro primer emprendimiento porque estaba tomándonos mucho tiempo de otros proyectos más importantes a largo plazo.
Fue un proceso de casi dos meses. Lo sufrí, y muchas veces no logré que comprendan por qué lo hacía. Cuando eso pasaba, sentía temor de estar destruyendo logros pasados y oportunidades futuras. Sentí miedo.
Supongo que todo eso se siente al quemar barcos, ¿no?
Pero, al final de ese proceso, me encontré con un horario semanal completamente distinto. Ahora cada actividad estaba decidida completamente por mí. Y todo, de distintas formas, iba al sueño que en Enero había creado.
Lección # 4: Una vez enfocado, lo mejor que puede hacerse es empezar por el trabajo duro que no nos gusta (Mayo 2013)
Uno de los objetivos que me planteé fue terminar la Universidad. No porque quiera dedicarme a ejercer la profesión (ya trabajo como abogado en todo menos en la firmas, y sé que no es lo que quiero para mí). Simplemente porque la Universidad es un reto personal, en el que he aprendido probablemente más sobre mi mismo y cómo sacar lo mejor de mí que sobre las materias.
Pero quedaba un largo camino por delante.
Los primeros meses del año no me dí cuenta, porque estaba estudiando con un amigo (más sobre eso enseguida). Después estaba muy ocupado organizandome y aprendiendo a decir que no. Para Mayo, sin embargo, me choqué con una realidad: ya había pasado 1/3 del año y en este objetivo había avanzado muy poco.
Tenía que empezar. Pero no sabía cómo o por dónde. Era fácil culpar al sistema por la distribución de fechas, quejarme por trabajar y estudiar o hasta renegar de la Universidad porque no era mi pasión.
Era fácil mirar hacia afuera. Y lo hice durante semanas.
Hasta que el 2013 me hizo reaccionar con un buen golpe. Pasó una oportunidad en Mayo. La siguiente era en Junio. O sea que, ya, había perdido casi medio año.
Auch.
Había que empezar a mirar hacia adentro. Una parte de mí lo sabía, pero le estaba costando aplicarlo: no importa cuánto me quejara, todos esos elementos no podían ser cambiados por mí. Lo único que puedo cambiar es lo que yo hago cada día. Por más que la Universidad no fuera mi sueño puntual, sí era parte de mis objetivos. Probablemente, la parte más dura de esos objetivos.
Había que empezar por ahí.
Y dentro de eso, elegir lo más duro y empezar por ahí.
Así que en Junio rendí por última vez con un profesor a quien tuve temor toda la carrera. Y a partir de ahí no frené nunca.
Eso es lo que pasa cuando empezamos por la parte que no nos gusta de las cosas. Todo lo que sigue después parece sencillo.
Lección # 5: La vida es caótica e inesperada. Saber que la muerte está ahí es la mejor motivación para no dar vueltas. Poné tus energías en las personas y en tus sueños (16 de julio de 2013)
Para el 1ro de Julio, sentía que todo estaba resuelto. Para el 10, había rendido otra materia y había subido a 5.000 m.s.n.m. a pie.
Y entonces, tuve un accidente viajando. Ya escribí sobre esto, acá, y no planeo volver sobre todo el tema. Simplemente me limito a decir esto: pensé por un segundo en la posibilidad de morirme, y nunca antes había sentido como real esa posibilidad. Durante unos segundos fue demasiado real.
Allí sólo tenía presente 3 cosas: mi familia, que estaba en el mismo auto, Lu (que estaba a mil kilómetros sin saber qué estaba pasando), y una sensación extraña de arrepentimiento, por todas las cosas que hice dejándome determinar por motivos ajenos a mi mismo.
La idea de que la vida tiene un límite (y que es algo frágil, que puede suceder de forma inesperada en cualquier momento) ayuda a poner las cosas en perspectiva y, desde allí, no importan las cosas ni el qué dirán. Sólo están las personas amadas, aquellos a quienes nos gustaría dejar mejor y el aporte que hicimos al mundo, cómo aprovechamos nuestro tiempo. Las cosas son sólo herramientas y sirven en la medida en que se relacionan con lo primero.
Desde ese momento no puedo borrarme de la cabeza una idea: hacer las cosas de forma tal de estar orgulloso de cómo usaste cada día.
Lección # 6: La mejor forma de aprender rápido, mantenerte activo y crecer es rodearte de personas en el mismo camino (Todo 2013)
Si a comienzo de año me decían que, para Diciembre, iba a haber subido un Alta Montaña, que iba a tener un blog y estar en camino a desarrollar un curso anclado en Hispanoamérica para que Jóvenes puedan desatar su potencial en Proyectos Propios, y estar organizando un evento local de Live Your Legend hubiera simplemente sonreído y dicho «ojalá». Son metas que parecían imposibles, fuera de este mundo.
De hecho, si hubiera intentado alcanzar esas metas sólo probablemente hubiera tardado mucho más que un año.
El secreto es no hacerlo sólo. Una vez que hemos pasado por el proceso de descubrir nuestros talentos, lo que nos apasiona y nuestros principios, de asumir el mando y organizarnos, lo mejor que podemos hacer es buscar personas con objetivos similares y, si ya los alcanzaron, aprender de ellos o, si no, caminar junto a ellos, aprendiendo unos de otros.
Así, subir a pie a un Alta Montaña a 5.025 m.s.n.m. fue fácil. Junto a nosotros había 30 compañeros recordándonos cada semana que había que entrenar, con los cuales podíamos intercambiar tips sobre equipamiento y que hacían de las caminatas una experiencia infinitamente agradable. El equipo de profesores, que ya habían pasado por la experiencia, nos permitieron ahorrarnos muchísimos de los golpes que vienen de intentar algo sólo por la primera vez.
Viéndolo así, no haber subido hubiera sido extraño. Es casi una consecuencia natural.
¿Y el Blog? ¿Y el Evento de LYL? Fueron, también, simple consecuencias de habernos rodeado de grupos en el mismo camino. Dentro de un curso me conecté con un Equipo de 4 otro jóvenes en distintas ciudades de EEUU y Panamá. La temática del curso era aprender a generar una comunidad de pares y mentores que estén en un camino similar al propio. Empezamos a reunirnos todas las semanas y contarnos experiencias, datos e información. Nos compartimos charlas de TED y artículos interesantes. Y nos empujamos unos a otros. Pronto, como si nada, empezamos a superar viejos y pesados obstáculos, como hablar con nuestras familias o jefes de las cosas que planeábamos hacer. Ese mismo impulso nos llevó a anotarnos en un desafío para empezar un Blog y nos metimos a una comunidad de creadores en el mismo proceso, ¡el feedback y el ver a otros avanzando fueron la clave! Hace 3 meses soñábamos. Ahora hacemos, y tenemos una comunidad de personas en Estados Unidos, Ecuador, Panamá, Francia, España y Chile que nos han leído e impulsado a seguir mejorando.
Cuando nos rodeamos de personas inspiradoras y que piensan en grande, hacer en grande es sólo una consecuencia.
Pero, incluso así, eso no sólo no alcanza. Hay que tomar ese impulso y…
Lección # 7 : Salí. Hacé. Hablá. Eso hace la diferencia (Noviembre y Diciembre de 2013).
Todo el trabajo en comunidades tranformó ideas y sueños que venían dando vueltas en cosas concretos. Terminó de llenarme de herramientas para hacerlo. Especialmente, me hizo parecer eso como normal y me obligó a fijarme una fecha para hacerlo realidad.
Y ese momento ha sido siempre, para mí, el borde del abismo.
Podés leer, aprender y pensar todo lo que quieras. Podés, incluso, compartirlo con algunas personas muy cercanas.
Podés temer, dudar o simplemente desconfiar y guardarte tus sueños y principios. Podrías, incluso, guardarlos del mundo en un cajón.
Pero entonces sería todo en vano.
Todo lo que hice en 2013 podría haber sido en vano, una buena anécdota interna, que nunca cambió la vida de nadie. Fue otro de los golpes de realidad de este año: es necesario pasar por un proceso interno y de autodescubrimiento pero, al final, para poder crear algo que cambie la vida de otros y que realice un aporte real hay que hacer tres cosas:
- Salir: No quedarse en el propio interior, o en un grupo de personas muy queridas y que siempre te van a apoyar.
- Hacer: No quedarse con ideas o planes. Empezar a ejecutar. Abrí ese blog. Empezá ese negocio. Largá tu proyecto. Tiempo para mejorar y aprender va a haber. Pero el tiempo para empezar es ahora.
- Hablar: No tengas miedo de contarle al mundo tus planes. Conectate con otros, empezá por las profundas razones que te llevan a creer que podés ayudar, que te traés algo entre manos. Mirá a las personas en los ojos y mostrate finalmente. Sé vos, cada partícula. Esto, rápidamente, va a acercarte a las personas con las que ansías conectarte y a quienes deseas servir, y alejarte de aquellos que no te aportan. Escuchá y aprendé de las opiniones y experiencias distintas. Exponer tus ideas y recibir comentarios y feedback es la forma más rápida de ir ajustando a esas ideas para solucionar problemas reales y dolorosos de las personas.
Dicho de otra forma: saltá del borde. El abismo, que desde ahí se ve oscuro, está lleno de aventuras y aprendizajes. Y, al final, a dónde sea que llegues, vas a estar feliz por el camino recorrido.
Recuerdo la primer semana que decidí salir a hablar de estas cosas. En 3 días, mi comunidad de personas inspiradoras en esta ciudad había duplicado. Me enteré de que personas muy cercanas tenían sueños similares y que, al escucharme, se animaban a compartirlo. Me dí cuenta de que ellos sentían la misma emoción que yo.
Ya no estábamos solos.
Ya no eramos locos, o soñadores.
Ahora eramos una mini-comunidad. Quizás el comienzo de una revolución.
Pero ninguna revolución empezó con alguien guardándose sus ideas.
Hay que salir, hacer, hablar.
Lección Extra ;) Es un proceso continuo.
Lu ya explicó la idea de que los años nuevos no son puntos y aparte, sino continuidades. Comparto completamente.
Muchas de estas lecciones ya las había aprendido «un poco» con experiencias anteriores. Pero la vida es una continuidad y, en la medida en que ejercitamos hábitos y reflexionamos sobre la experiencia, se transforma en un aprendizaje que se va profundizando. Llegamos, cada año, a una comprensión más profunda de nosotros mismos y la naturaleza humana y los hábitos que hacen falta para sacar lo mejor de nosotros.
Por eso, también, estas lecciones no son simples recuerdos.
Una vez aprendidas estas lecciones se acumulan a las anteriores, y se suman a nuestra mochila de herramientas para el futuro.
Y si cada año nos deja nuevas lecciones podemos sonreír porque, así, el año nuevo nos encuentra más preparados para hacer la diferencia.
Pensándolo, no se trata de esperar que grandes cosas «pasen» en 2014.
Más bien espero que, a las 12 del 31 de diciembre te encuentras mirando el cielo, sonriendo y pensando, «Acá te espero 2014, con mi mochila, para hacer que grandes cosas pasen».
*Vista desde la cumbre del Cerro Negro, en San Antonio de los Cobres, Salta, Argentina. 8 de Julio de 2013.
Y acordáte que no son sólo las herramientas que te hayan dejado tus años las que podés usar. Acá, en Superhábitos, podés encontrar muchas más y ahorrarte un par de años.
¡Para eso estamos!
¡Feliz año nuevo!
Mati