¡Hola! Soy Matías, hermano de 2 personas fantásticas, esposo de una mujer única, un amante de los chistes malos, emprendedor empedernido (ex abogado ;) ). Nací y crecí en Salta, la ciudad más linda del Norte Argentino ;)
Me apasiona aprender sobre la forma en que las personas logran superar los obstáculos que se presentan en el camino a hacer realidad sus sueños, y la manera en que una persona con una visión y un par de herramientas puede convertirse en un líder o empresario, lograr más objetivos en menos tiempo, manteniéndose en paz y saludable.
Amo experimentar nuevas formas de hacer las cosas, aprendiendo de los grandes autores, las experiencias de personas exitosas y las prácticas de quienes me rodean. Todos los días me levanto entusiasmado pensando en compartir estos conocimientos a través de Superhábitos.
¿Por qué?
Porque espero que así pueda cambiar la vida de otras personas como cambió la mía:
En 2009 me encontraba en 3er año de abogacía y en problemas: venía tropezando con las materias, bastante, todos mis amigos abandonaban la carrera y no encontraba una forma de equilibrar mi vida, ¡menos pensar en trabajar mientras tanto!
No sabía qué hacer para sacar adelante la carrera y pensé en rendirme. Tuve que enfrentarme a profundos paradigmas e ideas predominantes, ¿les suena familiar la representación de hombres y mujeres exitosos, que tienen ropa cara y manejan autos importados, viven en grandes casas y viajan alrededor del mundo alojándose en hoteles cinco estrellas y cobrando abultados cheques por honorarios o dividendos, simplemente porque son exitosos? Es probable que la hayan visto en televisión, diarios y revistas de moda. Se transmite la idea de que hay personas «exitosas» y otras que no; de que el éxito es producto de la familia en que le tocó nacer a cada uno, o de talentos innatos. O simplemente del azar. Se asocia el éxito a «tener» o «parecer». Entonces, si no me había tocado ser bueno o exitoso, y si no tenía ni parecía, estaba acabado.
Esa, claro, no era una verdad. Tuve la suerte de encontrar en mi casa un viejo libro que me descubrió la realidad: con los hábitos adecuados, cualquier cosa puede conseguirse. En el verano de 2010 me propuse terminar la carrera y poner a prueba esos hábitos. A partir de ahí investigué, aprendí y ejercité los hábitos que en este blog compartimos. Tres años después, en 2013, fui elegido abanderado de la Universidad y en 2014 terminé la Universidad con un Promedio de Medalla de Oro.
Mi siguiente reto fue aprender a trabajar con otros, consecuencia natural de descubrir que los grandes cambios son llevados a cabo por personas con habilidades de liderazgo. Ansioso por probar estos hábitos que iba aprendiendo, me propuse asumir tal rol en un Grupo de Investigación que estaba siendo creado, haciendo todo lo que podía porque el grupo se transformara en equipo, y buscando que todos los que participaban en él sacaran valor y grandes experiencias. Así, fui Coordinador del primer Ateneo de Estudiantes de Derecho Procesal de mi Universidad por 3 años seguidos, en cada uno de los cuales se realizaron ponencias que luego fueron pedidas para publicarse en Revistas Nacionales y 2 de las cuales ganaron que nunca antes habían sido ganados por argentinos.
¿Lo más gracioso? En el camino descubrí que, así, podía tener mis fines de semanas libres para pasar tiempo con mi novia, amigos y familiares. Una forma distinta de hacer las cosas me permitió ser Ayudante de Cátedra en la Universidad y, luego, conseguir un trabajo en el que aprendí de un gran jefe cómo transformar conocimiento en valor en tiempo y situaciones reales, organizando personas y recursos para obtener resultados y desarrollando varias habilidades fuera de mi zona de comodidad, como aprender a negociar, atender al público y delegar parte del trabajo.
A lo largo de este camino me mantuve haciendo ejercicio, leyendo muchas novelas, viendo películas y estudiando temas fuera de mi carrera. Tuve más tiempo para crear, emprender y aprender, y con Lu pudimos organizar excursiones juntos. En 2013, en julio, logramos algo que hubiera parecido imposible un tiempo atrás: subimos a pie al Cerro Negro, cuya cumbre está a 5.025 m.s.n.m.
Como puede imaginarse, todos esos logros trajeron (y siguen trayendo) nuevas ofertas laborales, oportunidades académicas y caminos a seguir. Sin embargo, a pocos días de volver del Cerro Negro tuve un accidente automovilístico durante el cuál temí que mi tiempo por estos lados se hubiera acabado.
Sentí vivamente lo frágil que es la vida, y eso me dio mucha claridad sobre las cosas que importaban en el sentido más profundo: mi familia actual y futura y el aporte que quiero hacer al mundo.
Repensé mi vida, busque simplificarla y enfocar mis energías. Rechacé tentadoras propuestas de trabajo, abandoné la investigación, liquidamos nuestro primer emprendimiento (que había logrado una rentabilidad del 600 % en un año y medio) y
digitalicé, reciclé o simplifiqué mis pertenencias. Teniendo sólo una cantidad determinada de cosas y actividades, me aboqué a terminar mi carrera y emprender un nuevo camino.
El accidente me dio una enorme claridad.
En 3 años pasé de una situación de profundo pesar y frustración a acumular logros que muchos no alcanzan en varias décadas o piensan inalcanzables.
¿Fue porque yo hubiera nacido en una familia socialmente privilegiada? No.
¿Fue porque yo tuviera talentos innatos? No, de hecho había estado atascado y nunca había coordinado grupos, o salido a la naturaleza.
¿Fue suerte? No, lo cual quedó confirmado cuando todos los logros se repitieron en el tiempo.
Lo que sucede es que los imposibles desaparecen cuando cultivamos los hábitos adecuados. Es un proceso gradual y continuo, de un paso tras otro. Si cambiamos lo que hacemos todos los días, cambian los resultados que alcanzamos todos los años. Si queremos hacer más y alcanzar mejores resultados, debemos dedicar tiempo, recursos y energías en aprender cómo hacen las cosas aquellas personas a quienes admiramos. El ir incorporando hábitos hace que el camino a grandes resultados se sienta como una pendiente ligera. Una vida plena no se construye de un día al otro, pero es necesario empezar hoy a cultivar es la base para cosechar grandes proyectos, disfrutar de hermosas relaciones y ser auténtica y profundamente feliz.
Haber aprendido ciertos hábitos, y habiéndolos puesto a prueba en tantos lugares y circunstancias distintos, ya no me queda ninguna duda de su verdad y eficacia. Ahora me resultan obvios, imposibles de no ver, pero la experiencia cotidiana me muestra que hay muchas personas jóvenes frustradas, estancadas o avanzando muy lentamente hacia sus sueños, atadas de manos y pies por inseguridades, falta de claridad, temores o falta de organización y capacidad de trabajo en equipo. La gran mayoría de ellos no va a encontrarse mágicamente con el material necesario para ese cambio, o tal vez no tengan tampoco una comunidad con la cual atravesar ese proceso.
Pero es en que esas personas asuman el control de su vida y proyectos que recaen las posibilidades de cambiar nuestra región y el mundo.
Es la esperanza de aliviar ese dolor que me lleva a difundir a otros todo lo que he aprendido, y todo lo que sigo experimentando sobre hábitos, tanto desde mi experiencia como la de otras personas. Busco impulsar, acompañar e inspirar a otros a iniciar cambios profundos y significativos para que crezcamos juntos. Es mi esperanza que en unos años todos podamos mirar a nuestros hijos y explicarles que vivimos una vida íntegra y libre gracias a las elecciones que tomamos en nuestros 20s y que estemos haciendo un trabajo que nos apasione y del que nos sintamos orgullosos.
Mi vida me ha demostrado que es en las crisis que aprendemos más sobre nosotros y que cada problema es, en realidad, una oportunidad disfrazada. Si estás trabado en empezar un proyecto, o arrancar una etapa, probablemente tengas entre manos una de las mejores oportunidades para desarrollar Superhábitos. Que en ese momento estés leyendo esto es un gran guiño del destino.
Por eso co-fundé y soy autor en Superhábitos. Normalmente escribo y programo a la madrugada, escuchando The Lumineers o Jack Johnson. Eventualmente, para destrabarme, pueden encontrarme corriendo o tirando a un aro de Básket.
Como Guía Expedicionista de Superhábitos estoy comprometido a ayudar a cualquier persona que se me acerque y pueda necesitarlo, para que cambie sus hábitos cotidianos y alcance los resultados que desea. Sí, ¡a vos también!
Bienvenido a la Revolución de hacer posible lo imposible, todos los días.
Matías.
Hola! Soy periodista y gestora cultural del otro lado de la Cordillera de Los Andes. Sería Genial poder escribir respecto a los «wantrepreneurs» en la Revista Cultural LA PANERA de la que soy Coordinadora Periodística. Encuentro Genial el equipo que han logrado conformar! Más me gusta su punto de vista, Los felicito!
Me pueden contactar?
les dejos mis dos correos
pentrala@lapanera.cl
pilarentrala@hotmail.com
Hola Matías,
Vi tu charla en TedX y me sentí muy identificada con tus palabras.
Gracias por compartir tu experiencia :), viví algo similar después de un accidente de tránsito y tuve planteos similares a los tuyos.
Desde ese momento todo cambió en mi vida.
Creo que no todos necesitamos un accidente para conectarnos con la mejor versión de nosotros mismos; pero sí, creo… todos necesitamos el equivalente a un camión para detenernos, reflexionar y vivir como si hoy, fuese el último día, el mejor vivido.
Qué tengas un excelente día.
Vero!!
¡Gracias! :)
Estoy de acuerdo con que todos necesitamos reflexionar un poco más, poder frenar y poner nuestras energías en lo que realmente importa (no andar en automático).
Un accidente es un momento muy fuerte e impactante, pero no debería nunca ser necesario.
Gracias por tu comentario y por compartir tu historia en Twitter, ¡me emocionó mucho!