Scott in the desert

Scott Dinsmore: mentor, amigo y fuerza de cambio

Ayer domingo me llegó un correo de Chelsea Dinsmore, en el que me compartía la noticia de que Scott Dinsmore sufrió un accidente fatal mientras ascendían al Monte Kilimanjaro.

Después de pasar todo el día intentando sobreponernos a la tristeza, procesando la noticia y recordando, hoy quiero dedicarle un pequeño homenaje.

Scott fue, para mí, el mentor más importante, un amigo inesperado y una estrella guía en el camino de hacer algo que valga la pena con mi vida. Más increíble aún: sé que fue inspiración y guía para miles de personas más.

Para quienes no lo hayan conocido, Scott Dinsmore fue el fundador de Live Your Legend (LYL), una comunidad de más de 100.000 personas alrededor del mundo. La creencia común, y que Scott vivía a diario, es que el camino a un mundo mejor empezaba por ayudar a cada persona a hacer un trabajo que les apasione.

LYL fue la herramienta a la que acudimos luego del accidente automovilístico que tuvimos en 2013. Mientras daba vueltas en patrulleros y cuasi-ambulancias, en mi mente estaba claro que si quería dar vuelta a la situación debía empezar a aplicar lo que llevaba meses leyendo allí.

Así que hicimos eso: con Lu nos sentamos y estudiamos juntos todos los cursos y artículos disponibles: Live Off Your Passion, How to Connect With Anyone, su blog, el Blog Challenge y Live Your Legend Local. Cada semana era parte de nuestra rutina leer, estudiar y aplicar.

SH existe gracias a todo lo que aprendimos de Scott en esas sesiones.  Desde entonces la influencia de Scott como mentor se mantuvo.

Pero no es de Scott Dinsmore fundador de LYL a quien quiero rendir homenaje hoy, sino a Scott, un amigo. Y creo que sólo tres historias pueden hacerle justicia.

La primer historia empieza con un correo, y termina con un abrazo.

El año pasado le escribí a Scott para agradecerle por todo lo sucedido. Creo que fue cuando nos confirmaron para TEDx. Él era un gran defensor de TED, y pensé que iba a alegrarse de saberlo.

Recibir su respuesta fue para mí lo mismo que recibir una respuesta de Mick Jagger para un fan de los Rolling Stones. La única diferencia fue que, para mi sorpresa, no parecía estar escrita por una estrella de Rock sino más bien por alguien cercano, a quien conoces desde hace años.

Ese correo se convirtió luego en una conversación a lo largo de 2014. Scott buscaba de forma constante llevar a la Comunidad de LYL un paso más allá, y todo el tiempo deseaba aprender más sobre qué funcionaba y qué podía hacer mejor. Durante esa conversación varias veces hablamos sobre Salta, y  terminé prometiendo una caminata por la naturaleza, asado, empanadas y mate si es que algún día pasaban por aquí.

A lo largo de esa conversación me sentía maravillado y afortunado por la oportunidad de escuchar y ver a una persona tan increíble.

Los nervios volvieron cuando me llegó un correo contándome que iban a realizar un viaje, y que una parada de ese viaje sería Salta.

Con esos nervios estábamos con Lu en el aeropuerto el día que Scott y Chelsea llegaron a Salta. Recuerdo cómo me transpiraban las manos y sentía agitado el pecho. Al girar la cabeza estaban allí, saliendo de arribos con sus mochilas.

Nos acercamos sonriendo y con mil preguntas en mi cabeza: ¿Hola o hello? ¿Saludo a la distancia o darnos la mano?

Y, de repente, un abrazo.

Ese abrazo para mí fue una lección gigante. Scott era una persona que emanaba alegría, compañerismo y amistad. A pesar de ser tremendamente exitoso no pensaba demasiado de sí mismo y se preocupaba por ser amable y generoso con quien se encontrara.

Conocerlo fue una lección gigante de vulnerabilidad y humildad. Era una persona increíble en esa aventura imposible de ser uno mismo, de vivir el mundo como un niño, aprovechar cada día aprendiendo y construir un legado a través de compartir.

Scott and Chelsea

La segunda historia trata sobre ser humilde, desafiar lo imposible y hacer algo más grande que uno mismo.

La visita de Scott y Chelsea por Salta fue una de las semanas más lindas que recuerdo. Paseamos, conversamos y nos reímos muchísimo. Tanto Lu como yo pasamos de estar maravillados a sentirnos cómodos, y de allí a simplemente estar alegres y en buena compañía. Encontramos, sin esperarlo, a dos amigos increíbles que compartían el amor por las aventuras cotidianas.

Durante esa semana tuvimos varias aventuras, y quizás la más especial fue la noche final antes de que viajaran hacia Cafayate. Habíamos realizado el Encuentro de LYL Local/SH y luego nos reunimos a cenar en su Airbnb. Terminamos conversando hasta las 02 a.m., y en el medio hubo un diálogo que me acompañará mientras tenga tiempo en este planeta.

Ya habíamos conversado bastante sobre autores Stephen Covey y la manera en que sus enseñanzas eran una parte clave de nuestras vidas. Scott estaba fascinado con nuestro nivel de locura aplicación de las ideas en los 7 Hábitos, y mientras hablábamos les conté que años atrás se nos había ocurrido adquirir la franquicia oficial para enseñarlos en Salta, pero que Franklin Covey no nos había prestado atención.

Scott me contó que algo similar había llevado al nacimiento de LYL. Después de leer un libro sobre hacer algo con tu pasión había contactado al autor para generar una plataforma online, pero el autor lo desestimó. Automáticamente le dije que eso me resultaba increíble, y que seguramente si pudiera ver LYL se arrepentiría de su decisión.

Estaba admirado de la humildad con la que contaba su historia. Es un patrón común entre los hombres auténticamente grandes el no intentar atribuirse todo ni pretender haber inventado la rueda. Simplemente se apoyan en quienes lo precedieron, lo reconocen con humildad y hacen un esfuerzo monumental por crear una base más alta para los que sigan.

Estaba perdido en esos pensamientos cuando Scott sonrió y me dijo: “Bueno, yo creo que algo parecido le va a pasar a Franklin Covey con Ustedes”.

Hoy por la mañana lloré recordando ese momento. Ese voto de confianza dejó una impresión profunda en mí, y me da fuerzas cada vez que las cosas se ponen difíciles. Me recuerda que vivir se trata de desafiar las barreras y apuntar mucho más allá de uno mismo.

¿Acaso hay algo más grande que una persona pueda dejar en el mundo?

Scott creó una Comunidad, seguro. Pero lo importante está en cómo impactó en la vida de miles de nosotros en un modo personal, único. Cada uno llevará en su corazón lo que haya significado y allí es donde vivirá realmente. No es que las personas importen más que las cosas, los libros o los cursos: las personas son lo único que importa, y él lo sabía.

Global Dinner Party with Scott and Chelsea

La última historia trata de un consejo de hermano.

Compartir esos días con Scott y Chelsea fue una experiencia cuyos efectos aún no puedo terminar de ordenar en mi cabeza. La cantidad de lecciones, pequeños momentos y conversaciones increíbles superó cualquier expectativa o idea que pudiese tener.

Después de que Scott estuviese en Salta seguimos en contacto, y cada un par de semanas nos enviábamos algún mensaje, charlábamos sobre cómo iban las cosas o qué novedades había en la vida.

A medida que pasaban las semanas me dí cuenta de que más que como un amigo sentía a Scott como un hermano mayor. Suena raro decirlo (dado que no tengo hermanos mayores), pero tenía las características que me imagino que un gran hermano mayor debe tener: ser confiable, dar grandes consejos y generarte ganas de conversar.

Hace un par de meses con Lu empezamos a pensar en mudarnos juntos. Lo hablamos con Santi y Guada, y la siguiente persona que lo supo fue Scott. Le pregunté qué opinaba. Su respuesta fue comprensiva, objetiva, llena de experiencia, cariño y aliento. Era un empujón, una palmadita en la espalda y un abrazo al mismo tiempo. Entre todos los consejos que recibí luego fue el más transparte y cercano.

Mientras estaba en el aeropuerto rumbo a Tanzania Scott me escribió, le compartí algunas anécdotas. Quedamos de acuerdo en que lo mejor sería profundizarlas con mate y alfajores, en cuanto se pudiera.

Creo que por eso estoy en shock mientras reflexiono sobre estas historias. Siento que tengo que despedir a un hermano con el que pude compartir apenas algunos meses. Nada de esto tiene sentido.

Scott in the desert

Scott entendía mejor que nadie la idea de que no sabemos cuánto tiempo tenemos en este planeta, y vivía de acuerdo a ello. Sé que aunque hubiese podido no hubiera cambiado nada de lo que hizo el último año: pasar ocho meses de aventuras con Chelsea, visitando personas queridas, compartiendo con amigos y familia distintas partes del recorrido. Le encantaba decir “sé el cambio que quieres ver en el mundo”, y él era ese cambio también.

Mi vida no sería lo que es ahora, Superhábitos no existiría y no estaría con Lu al lado si Scott no hubiera, primero, sido valiente en desafiar su propio imposible. Lo mejor que podemos hacer todos es valorar su ejemplo, recordar lo que nos enseñó y ser también una fuerza de cambio, alegría y amistad a donde sea que vayamos.

Así que, Scott, como te gustaba decir:

Onward! We´ll make you proud!

Mati

PD: No hay nada que uno pueda hacer cuando suceden estas cosas más que recordar los principios, volver sobre ellos y reforzar el vivirlos con más fuerza. La tristeza es algo natural y dejar que nos acompañe, darnos un momento para recordar y pensar es sano y lo mejor que podemos hacer ahora. Si alguno tiene un mensaje o pensamiento sobre Scott que le gustaría compartir, Steve Arensberg ha creado un grupo de Facebook de Tributo para la Comunidad de LYL, así que por favor dejenlo allí.