Sonreir y dar lo mejor al trabajar y emprender

Cómo realizarte y aportar en cualquier trabajo (o cómo ejercitar el hábito de dar lo mejor todos los días)

«El trabajo ayuda siempre, puesto que trabajar no es realizar lo que uno imaginaba, sino descubrir lo que uno tiene dentro»
Boris Leonídovich Pasternak

A la mayoría de las personas no les gusta el trabajo que hacen.

Ya sea porque les resulta aburrido, es un trabajo rutinario; porque sienten que el ambiente de trabajo es negativo, o están sometidos a jefes desconsiderados y autoritarios, o por muchas otras razones. Pero en definitiva, no es lo que les apasiona, y este es el punto clave.

Muchas veces, por estar haciendo un trabajo que no nos gusta particularmente, terminamos estancados, sin sacar lo mejor de cada uno, y sentimos que al ser un trabajo monótono, poco creativo y rutinario, no tiene sentido que nos esforcemos más de lo normal en cumplir con las tareas que se nos piden. Es cierto que, en muchos casos, en ciertos ámbitos laborales el trabajo creativo no es especialmente valorado y reconocido, y eso puede desmoralizar a cualquiera que intente dar un paso más allá con algo de creatividad.

 

Seguramente a todos ustedes les habrá pasado algo similar, o les estará pasando, en el trabajo o en algún otro orden de la vida.

Yo les voy a contar cómo podemos superar estas situaciones de manera simple y cambiar de un día para el otro la forma en la que nos sentimos con nuestra actividad cotidiana.

Hace diez meses trabajo en un estudio jurídico (el estereotipo de lugar aburrido y frío), allí realizo tareas un tanto monótonas: llego, me preparo un mate o un té, me siento en mi escritorio, reviso los objetivos mensuales, cuál es mi tarea asignada para el día, abro los archivos necesarios en la computadora, y comienzo a hacer llamadas telefónicas y llenar planillas. Sí, es bastante simple y monótono. Y todos deben estar pensando “¡por dios, es aún más aburrido y repetitivo que mi trabajo!”. Pero, ¿saben qué? Yo la pasé muy bien el 99% de los días durante estos diez meses (no voy a decir absolutamente todos los días porque sería poco creíble).

¿Cómo? Simple:

  • Cambiar la mirada: hay que recordar todos los días que nosotros elegimos estar en donde estamos. Ya sea que trabajemos por experiencia o por necesidad, siempre podemos elegir cómo mirarlo.
  • Plantearnos objetivos personales con respecto a la experiencia de ese trabajo.
  • Plantearnos pequeños desafíos todos los días.
  • Tener siempre presentes nuestros objetivos personales a largo plazo, así evitamos estancarnos y perdernos en el día a día.
  • Siempre aportar valor, siempre dar un poco más de lo que se pide, siempre mirar de manera más amplia y ver cómo se puede hacer algo aún mejor. Por más repetitivo que sea algo, podemos mejorarlo y tornarlo entretenido.
  • Siempre podemos aprender algo.
  • Priorizar a las personas y las buenas relaciones por sobre asuntos cotidianos o reconocimientos. Todo puede cambiar, pero los vínculos verdaderos perduran.
  • Preguntar y escuchar mucho. Estar atentos y ayudar a otros de forma sincera. Es la mejor forma de aprender y de construir vínculos genuinos.
  • Buscar nuestra realización personal en todos los lugares en los que nos desenvolvamos, podemos aportar valor y aprender de cualquier actividad siempre que nos lo propongamos.
  • Prestar atención a nuestros ciclos, tener siempre la mirada un poco más adelante. Va a llegar un momento en el que vamos a sentir que cumplimos un ciclo, es cuando debemos movernos, ir hacia lo siguiente que tenemos en vista, no estancarnos. Cuando una actividad se vuelva una zona de comodidad, buscar rápidamente una zona de incomodidad. Sólo así podemos crecer.

 

De esta manera, llevo diez meses divirtiéndome, construyendo lindas relaciones con personas buenas e interesantes, aprendiendo a desenvolverme en un espacio desconocido, superando pequeños desafíos cotidianos, tratando de pensar en sistemas que mejor en el trabajo e intentando aportar valor de forma única desde mi lugar.

Mis objetivos a principio de año fueron: trabajar en algo que me genere la obligación de salir todos los días de mi casa y conocer gente nueva; aprender algo.

Hoy, gracias a tener esos objetivos presentes todos los días, siento que los cumplí. Y por lo tanto cumplí también el ciclo, es hora de moverme hacia otro lugar.

No casualmente, hoy es mi último día de trabajo :) Y voy a confesar que implica para mí muchas emociones, incertidumbres, entusiasmo, miedos… pero estoy eligiendo esta nueva zona de incomodidad, persiguiendo lo que realmente me apasiona.

 

Les propongo un pequeño desafío: tomen uno o más de los puntos anteriores y traten de ejercitarlos y aplicarlos a su día a día, en su trabajo, con su grupo de estudio, en su casa. Verán que mañana mismo pueden estar generando cambios increíbles dentro de ustedes y en su ambiente.

Pero también les propongo un gran desafío: miren más amplio. Piensen en grande, y comiencen de a poco. Aprovechen sus espacios actuales para aprender y vincularse con otros, pero no pierdan de vista su horizonte más importante y persíganlo. Anímense a dar el salto y a cerrar un ciclo y comenzar otro.

¡Asuman estos desafíos y compartan sus experiencias con nosotros! :)

 

Ejerciten el hábito de hacer lo mejor que puedan hacer  cada día en cualquier espacio en el que estén. Pero también vayan ampliado su margen de libertad, construyendo sus sueños, un poquito todos los días.

Y, sobre todo, ¡diviértanse experimentando, cambiando, creciendo!

 

*Para continuar la reflexión, les dejo un video de una charla muy interesante e inspiradora de Scott Dinsmore sobre «Cómo encontrar y hacer el trabajo que te gusta».

 

Fotografía: M. Guadalupe Salom