Y a todo esto, ¿qué son los hábitos?

Hábito:

“cualquier comportamiento repetido regularmente, que requiere de un pequeño o ningún raciocinio y es aprendido, más que innato” (Wikipedia).

“modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas” (Real Academia Española).

“del latín «habitus». En general, se entiende por hábito la predisposición a obrar de una determinada manera adquirida por ejercicio” (un sitio en Internet).

Claramente, no todas estas fuentes son “confiables científicamente”, pero sirven para aproximarnos a la idea más simple y corriente de hábitos y, como bien se ve, desde Wikipedia hasta la RAE, los hábitos hacen referencia a:

  • acciones, modos de hacer que nos resultan naturales, no los razonamos, simplemente es nuestro modo de hacer las cosas; no se nace con ellos,
  • se aprenden mediante el ejercicio,
  • constituyen nuestra personalidad y nuestro carácter.

Retomando a Stephen Covey, cuyo trabajo nos inspira a diario, agregamos que para consolidar un hábito necesitamos tres factores simultáneos: conocimiento (saber qué hacer y por qué hacerlo) + capacidades (cómo hacerlo) + una motivación o deseo (querer hacerlo).

El tema de los hábitos, como se ve hasta en el nombre de este sitio, es algo que desde hace mucho tiempo nos atrae, tanto a nivel conceptual como a nivel práctico. A partir de varias lecturas y experimentos personales, me atrevo a afirmar que:

  • Tener un hábito significa que hacemos ciertas cosas regularmente de manera natural. Existen principios naturales que tienen que ver con la naturaleza del hombre y que son fundamentales en cualquier sociedad, religión o grupo, independientemente de muchas creencias u opiniones. Tiene sentido entonces pensar que lo correcto es aquello que es natural y simple, y los hábitos lo son.
  • Los hábitos son, indefectiblemente, actividades o formas de hacer, que se logran y consolidan sólo practicando día a día, dando un paso por día hasta tener una caminata permanente y casi imperceptible en la cotidianeidad, pero que nos hace avanzar constantemente. Esto quiere decir que se puede consolidar un hábito (y de hecho es la única forma de hacerlo) trabajando de manera constante, ejercitando un poquito todos los días, hasta que se vuelve natural y lo internalizamos como parte de nuestra vida y nuestro hacer.
  • Los hábitos que son coherentes con los principios naturales, nos hacen más libres.
  • Nos permiten mantener el foco en lo importante y no dejarnos distraer por las urgencias cotidianas.
  • El desarrollo de los hábitos forman parte de una concepción integral de las personas: somos personas completas con diferentes dimensiones: física, emocional, mental y social (a lo que nosotros le sumaremos una económica).
  • Mediante el desarrollo de hábitos correctos somos más capaces de mantener el equilibrio entre esas dimensiones que nos conforman: a nivel interno entre nuestras emociones, deseos, sueños y miedos, como también entre las decisiones, actividades del día a día y nuestros objetivos a largo plazo.
  • Cuando ejercitamos y desarrollamos hábitos, podemos tomar pequeñas y grandes decisiones con mucha mayor facilidad y claridad.

Si decimos que los hábitos son: acciones cotidianas que realizamos de una manera particular, que nos resultan naturales, y que parten de un deseo o motivación: queremos hacer algo y tenemos una razón subyacente para hacerlo. Y si ese modo de actuar va constituyendo nuestra forma de ser… entonces, ¿no les parece que es importante reflexionar sobre nuestros propios hábitos?

Si ya sabemos que es algo que se aprende, se adquiere, ¿no sería increíble trabajar nuestros hábitos, nuestro modo de ver y hacer las cosas para que sea coherente con nuestros objetivos últimos, con nuestros sueños, con quienes queremos ser? ¿No suena como la forma perfecta para llegar hacia donde queremos llegar manteniendo un hermoso equilibrio en nuestro día a día?

 

«El conocimiento, la capacidad y el deseo están dentro de nuestro control. Podemos trabajar sobre cualquiera de esos tres elementos para mejorar el equilibrio entre los tres. Al ampliarse el área de intersección, internalizamos más  profundamente los principios en que se basan los hábitos, y adquirimos fuerza de carácter para avanzar de modo  equilibrado hacia una progresiva efectividad en nuestras vidas»  Stephen Covey.

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*Emprender el camino de desarrollar hábitos, siempre es más lindo si lo hacemos acompañados y acompañando a otros (Foto: La Isla del Sol, Bolivia).

Personalmente, siempre fui una persona bastante reservada, insegura y con algunas dificultades para ser «independiente» con respecto a otras personas, además de que me costaba vincularme con otros. Siempre tuve pocos amigos, y con varios de ellos conservo una linda relación desde hace más de 10 años. Pero nunca fui de esas personas sumamente extrovertidas que son el centro de atención, que hacen reír a los demás y son percibidas como personas divertidas y de muchos amigos. Hasta el día de hoy no soy así, ¿por qué? Simplemente porque no soy así.

Pero hay una gran diferencia entre mi yo del pasado y mi yo del presente: antes no me sentía bien siendo así, sentía (hasta no hace mucho tiempo) que debía ser como ese modelo de persona que se desenvuelve bien y que es valorada socialmente de forma positiva (cabe agregar que hoy tengo 23 años y mi yo del pasado era adolescente, con todas las complicaciones que la adolescencia implica).

Con el tiempo, con un cambio de paradigma (detonado principalmente por la lectura de los 7 hábitos) con el desarrollo de los hábitos coherentes con los principios naturales, logré encontrar un equilibrio interno, encontrarme, conocerme y aceptarme. Además, logré identificar qué quiero y qué no, qué es importante para mí; y de esta manera, mejorar y trabajar sobre aquello que quiero cambiar de mí misma (cosa que sigo haciendo y mi yo del futuro seguramente continuará el trabajo).

El desarrollo tanto a nivel de reflexión como a nivel práctico de estos hábitos, me ayudó a:

  • Aprender a conocerme, y encontrarme en el mundo.
  • Conocer qué cosas y situaciones me gustan y cuáles no disfruto, cuál es el aporte único que puedo hacer al mundo y cómo puedo hacerlo, y elegir a partir de eso.
  • Entender que todos somos diferentes, con cosas buenas y cosas malas (por muy obvio que parezca, a veces vemos las cosas de forma polarizada: notamos lo negativo con respecto a nosotros mismos, y sólo lo positivo de otros).
  • Saber que siempre podemos construir relaciones con otras personas, por más distintas que seamos. Incluso muchas veces mientras mayores diferencias tengamos, más aprendizajes y descubrimientos adquiriremos. Sólo tenemos que aprender a aceptar incondicionalmente a los otros, y verlos por las potencialidades y cosas buenas que tienen, poniendo el foco en cómo aportarle algo nuevo a esa persona y cómo aprender de ella.
  • Lo anterior tiene que ver con lo que es el primer paso en este proceso: cambiar el paradigma. Es decir, cambiar la forma en que vemos el mundo, transformar la perspectiva desde la cual miramos a los otros y los «juzgamos», y hasta cómo nos «juzgamos» a nosotros mismos. Pensando en buscar cosas buenas para nosotros de la mano de cosas buenas para otros, es que se construyen cosas grandes y mejores que si quisiéramos emprenderlo solos.
  • Saber que tendemos a quedarnos en una zona de comodidad, y que somos responsables de lo que hacemos (responsabilidad entendida como la habilidad que tenemos para responder y actuar).
  • Saber que siempre podemos ir un paso más allá.

Y sobre todo, me ayudó a ver lo lindo que es el mundo si nos desarrollamos plenamente, y ayudamos a otros a desarrollarse plenamente.

Así que los invito a todos a que nos desafiemos, salgamos de nuestra zona de comodidad, pensemos sobre nuestros hábitos, cómo estamos haciendo las cosas, cómo estamos mirando el mundo, y qué nos gustaría mejorar. Y, sobre todo, nos divirtamos haciéndolo, compartiendo y animándonos a desarrollar nuestros superhábitos :)

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* Desarrollando los súperhábitos en Valle Encantado, Salta :)